- El cannabis para uso tanto recreativo como medicinal es el cultivo agrícola con mayor consumo de energía en los Estados Unidos.
- Las estimaciones de energía oscilan entre 6 y 580 kWh/kg para el cultivo en invernadero y entre 4.400 y 6.100 kWh/kg para el cultivo en interiores.
- Reducir la enorme huella de carbono del cultivo de cannabis en interior es prioritario para los legisladores y para un sector que tiene un impacto mucho más allá del consumo de marihuana.
Desde 1980, la fuerte actividad industrial ha provocado que se dupliquen las emisiones de CO2. A medida que los científicos advierten sobre los impactos negativos que este efecto tendrá sobre el planeta, casi todas las industrias se están comprometiendo con prácticas sostenibles para tratar de contrarrestarlo.
La legalización del cannabis ha revitalizado las áreas industriales de muchas ciudades norteamericanas, generando miles de millones de dólares en ventas. Pero el voraz consumo de energía de los productores está rozando las ambiciones de estas ciudades de reducir los gases de efecto invernadero. Y dado que más de la mitad de todos los estados de EE.UU. ahora permiten el cannabis para diversos usos, el cultivo en interiores es una preocupación cada vez mayor para gobernadores y alcaldes.
La huella de carbono del cultivo de cannabis
Evan Mills, científico de la Universidad de California, fue uno de los primeros investigadores en cuantificar lo hambrienta de energía que es esta industria, estimando que el cultivo de cannabis en interiores representa el 1 % del consumo total de electricidad en los EE.UU. (aunque en algunos estados como California representa el 3 % de la producción total de energía del estado). Una cifra respaldada por un estudio de la consultora New Frontier Data.
Concretamente, de media, producir un kilogramo de cannabis en interior conlleva la emisión de 4.600 kilogramos de CO2. Esta medida es lo que se conoce como huella de carbono, una variable que mide la contaminación causada por una actividad humana según la cantidad de este gas nocivo generado para llevarla a cabo.
La de un kilo de marihuana es equivalente a la de cruzar en coche Estados Unidos de costa a costa siete veces. Si hablamos de un solo porro de marihuana, producirlo es similar a dejar una bombilla encendida durante 25 horas o a fabricar ocho litros y medio de cerveza.
¿Quiénes son los principales culpables?
Hay dos culpables principales: los sistemas de iluminación y los sistemas HVAC (por sus siglas en inglés calefacción, ventilación y aire acondicionado). Combinados, representan un enorme 89 % del uso de energía en los procesos de cultivo de cannabis.
El año pasado, el cultivo legal de cannabis fue responsable de consumir 1,1 millones de MWh de electricidad y producir 472.000 toneladas de emisiones de CO2. Eso es suficiente para alimentar 92.500 hogares y producir las mismas emisiones que 92.660 automóviles por año. Gran parte de estos datos se pueden atribuir a cómo se cultiva la planta.
El cultivo interior es aproximadamente 18 veces más intensivo en energía que el cultivo exterior, y produce 25 veces más de emisiones de carbono. Por otro lado, la producción al aire libre produce un rendimiento general más bajo por metro cuadrado. Como es difícil controlar el medio ambiente, muchos productores optan por un enfoque híbrido, equilibrando los beneficios de un control preciso con el uso de luz natural para reducir los costes de producción.
Un plan de choque para la sostenibilidad
Muchos productores con licencia también están adoptando un conjunto de estrategias para aliviar esta enorme huella ambiental:
- Energía renovable
La diversificación de las fuentes de energía para el cultivo de cannabis puede reducir las emisiones de carbono. La energía solar y eólica son las mejores opciones entre los cultivadores. Algunas 'startups', como Scale Energy Solutions, combina la energía solar y el gas natural en un sistema que puede reducir la factura eléctrica hasta en un 35 %. Uno de sus secretos consiste en utilizar el exceso de calor de los generadores para alimentar los aparatos de aire acondicionado.
- Iluminación LED
Las bombillas LED son un 60% más eficientes que las de otros tipos. Las lámparas de sodio de alta presión se consideran algo eficientes energéticamente, sin embargo, el coste inicial por fotón de las luces LED es de cinco a diez veces más eficiente que las lámparas de sodio de alta presión. Además las luces LED no producen apenas calor, lo que reduce los requisitos de ventilación.
- Cultivo en vertical
Para el cannabicultor de interior es importante encontrar una manera de aumentar los rendimientos mientras se disminuyen los costes. Maximizar el espacio de cultivo es una forma de hacerlo y el crecimiento vertical es una de las mejores opciones. El cultivo vertical aprovecha el espacio y permite a los productores producir muchas plantas en un sistema escalonado, en capas apiladas verticalmente. Las luces que se utilizan normalmente son lámparas LED que permiten reducir el consumo de electricidad en aproximadamente un 75 % con respecto a un sistema basado en sodio de alta presión.
- Deshumificación y ventilación
El segundo mayor gasto de energía dentro de cultivo de interior viene normalmente de la deshumidificación y la ventilación. Puede ser un área de ahorro de energía que se pasa por alto al diseñar una instalación, pero los deshumidificadores tradicionales depositan el exceso de calor en el espacio de cultivo, lo que causa trabajo adicional para el aire acondicionado. Mediante el uso de un sistema de deshumidificación diseñado para no agregar calor a la instalación, el ahorro de energía podría reducirse entre el 30 % y el 65 %.
- Eficiencia del agua
Una sola planta adulta de cannabis puede necesitar hasta 23 litros de agua por día. El agua puede reciclarse y reutilizarse mediante técnicas innovadoras como la ósmosis inversa. Una empresa que apuesta por la sostenibilidad es GrowX, que desarrolla sistemas de cultivo hidropónicos que incorporan sensores que permiten especificar dosis de nutrientes para cada planta, según sus necesidades. También se puede reciclar toda el agua que se produce en los tanques de mezcla si cada planta recibe la cantidad exacta que necesita para el día, mientras un sistema subterráneo captura el agua sobrante y vuelve al sistema de riego, tras pasar por un proceso de ozonización para limpiar cualquier impureza.
- Uso de invernaderos
El uso de la luz solar como iluminación adicional reduce en gran medida el consumo general de energía de un cultivo. Podría estimularse un mayor cambio hacia los invernaderos en lugar del cultivo en interiores proporcionando incentivos a los productores de invernaderos. Las ayudas podrían ser para cubiertas de invernadero de polietileno infrarrojo, que absorben y retienen energía infrarroja que mantiene una temperatura de invernadero más alta durante la noche.
¿Es la legalización la solución?
Actualmente, la energía representa aproximadamente la mitad de los precios de la marihuana al por mayor y, a medida que esos precios caen, la proporción de energía y el coste total de producción continuarán aumentando. Maximizar la eficiencia energética tiene un efecto dominó no solo en el planeta, sino también en la reducción de los costes operativos. Estos ahorros se pueden transferir al comprador, lo que podría ser una gran ventaja competitiva a medida que la industria del cannabis madura.
Como la industria todavía está en su etapa inicial, se espera que el consumo de energía y la huella de carbono del cannabis continúen creciendo en los próximos años, mientras se descubren e implementan tecnologías más eficientes y ecológicas. Muchos tienden a creer que una forma de reducir esta huella de carbono es a través de la legalización, ya que permitiría controlar los costes de energía, imponer límites de consumo y recompensar a los productores más eficientes.
La triste ironía es que la legalización es probablemente la única vía para resolver el problema si tan solo los responsables políticos se involucran en ello. Hasta entonces, algunos de los progresos que se han logrado con tanto esfuerzo hacia las soluciones para el cambio climático se encuentran en un punto crítico, ya que los reguladores continúan ignorando el creciente gasto energético de la industria del cannabis.
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