- En Alemania, Italia, Finlandia, Noruega y Países Bajos ya se permite el uso de cannabis para uso terapéutico, aunque continúa limitándose en gran medida su consumo para fines recreativos. Pese a que algunos países europeos llevan ventaja en el proceso de normalización del uso de la marihuana en todos los ámbitos, el avance es muy lento.
- Hacemos un repaso por la situación de los estados más permisivos y aquellos que se quedan fuera de las quinielas para elegir al territorio con más posibilidades de legalizar totalmente el cannabis en los próximos años.
En las últimas elecciones estadounidenses, ocho estados han aprobado leyes que permiten el consumo de marihuana. Mientras que en cuatro de ellos se ha admitido el uso recreativo de cannabis, otros tres han autorizado su utilización con fines terapéuticos. Sin embargo, al otro lado del charco, el Viejo Continente observa casi impertérrito los avances del gigante norteamericano. En Europa, la evolución en materia de regulación cannábica continúa siendo lenta, aunque, afortunadamente, este año hemos visto algunos cambios, y otros se otean en el horizonte.
Pero para abordar el tema en el continente europeo es necesario hacer antes una distinción entre los conceptos de legalización y descriminalización. La primera denominación indica que las personas tienen la posibilidad de cultivar y consumir marihuana sin infringir las leyes, lo que significa que el estado puede regular su distribución. Así, como ocurre con el tabaco o el alcohol, el Gobierno puede asignarle impuestos, poner restricciones sobre quién cultiva y en qué cantidad, así como limitar su uso en ciertos espacios.
En el caso de la descriminalización, sin embargo, consumir cannabis continúa considerándose ilegal, pero no un acto criminal. Por esta razón, las personas descubiertas en esta actividad no recibirán penas de cárcel, aunque sí duras multas, órdenes de realizar servicios comunitarios o cargos civiles. Bajo esta consideración, el Gobierno no puede regular la producción ni distribución. Aunque este paso suele verse como la antesala de la legalización, lleva a una situación cargada de incertidumbre en la que ciudadanos y agentes del orden actúan de acuerdo a sus propias interpretaciones e ideas, sin que esté claro el camino que seguir.
Holanda y Alemania
El primer nombre que suele salir a la luz al hablar del consumo europeo es Holanda, uno de los países más avanzados en el terreno normativo y con más posibilidades de llegar primero a la meta de la legalización total. Dentro de sus fronteras es legal el uso terapéutico del cannabis y la posesión de hasta seis gramos para su consumo en 'coffeeshops', donde se permite la venta siempre que tengan la correspondiente licencia. Fuera de estos establecimientos, tanto la tenencia de esta misma cantidad en cualquier situación como el cultivo de hasta cinco plantas son actividades descriminalizadas.
Pero Holanda no es el único territorio europeo donde se acepta su uso para aliviar los síntomas de distintas patologías, aunque las condiciones varían entre Estados. Alemania aprobaba en mayo una norma para legalizar el uso medicinal, que entrará en vigor el año que viene. En cuanto a otras actividades, mientras continúa siendo ilegal la posesión, el consumo para uso personal está permitido siempre que no se considere dañino para el organismo.
Bélgica
Los adultos belgas tienen permitida la posesión de hasta tres gramos de cannabis y cultivar solo una planta en una propiedad privada, mientras que la venta y transporte continúa considerándose ilegal. La marihuana terapéutica se considera legal en Bélgica en el caso de algunos medicamentos que contienen los principios activos de la hierba para tratar el cáncer, el sida y el dolor crónico. Sin embargo, la Agencia Federal de Medicamentos y Productos Sanitarios (FAMHP) ya ha recibido una orden para permitir el establecimiento de un enorme centro de I + D en el municipio de Kinrooi, en la Provincia de Limburgo, para llevar a cabo la investigación a gran escala sobre el cannabis medicinal. Si se puede establecer este centro de investigación, se generarán aproximadamente de 500 a 800 nuevos puestos de trabajo y será un referente para todo Europa.
República Checa
Algunos consideran el pequeño país europeo como 'el nuevo Ámsterdam', debido a su posición en materia reguladora. Desde su independencia en 1993, el Gobierno checo ha ido modificando las condiciones legislativas en torno a la marihuana: al principio, la posesión para uso personal se consideraba legal, aunque no la "intención de venderla". A finales de los 90, el Estado decidió que había que imponer un límite superior, de manera que criminalizó la tenencia de "grandes cantidades".
No fue hasta 2010 cuando los reguladores fijaron definitivamente los máximos permitidos en 15 gramos de marihuana para consumo y hasta cinco plantas cultivadas. Tres años después, el Ejecutivo dio otro paso adelante con la legalización del cannabis terapéutico, aunque la situación no resultó demasiado beneficiosa para los enfermos. Solo algunos médicos pueden prescribirlo y en ciertos casos muy concretos; además, es muy cara para los pacientes. Sin embargo, los paulatinos avances en la legalización de diferentes usos convierten al joven país en un buen candidato para ser el primero de la clase.
Suiza
Según la última regulación, aprobada en 2012, que descriminaliza la posesión de pequeñas cantidades de cannabis, los helvéticos pueden cultivar hasta cuatro plantas por persona. Sin embargo, quienes posean hasta 10 gramos podrán recibir multas de unos 80 euros, aunque no tendrán que enfrentarse a ningún procedimiento legal.
De momento, no existen planes para incrementar la permisividad o legalizar el consumo, pero la actitud neutral del Gobierno suizo y la escasez de problemas relacionados con el sector del cannabis crean un clima adecuado para avanzar en este sentido.
Portugal
Probablemente Portugal sea considerado uno de los países más progresistas en materia de legislación cannábica. En 2001, nuestro vecino descriminalizaba el uso, aunque imponía a los consumidores que caen en el exceso la obligación de someterse a tratamiento en lugar de enviarlos a prisión. Gracias a esta medida, los portugueses pueden poseer hasta 25 gramos de hierba y 2,5 de aceite de cannabis.
Desde enero de este año, cuando Lisboa implementó esta medida, los cultivadores pueden adquirir licencias para producir marihuana de uso medicinal o para ser utilizado en investigación de cantidades limitadas y bajo ciertas condiciones. Las plantaciones que no tengan estos permisos siguen siendo ilegales, pero la evolución respecto a años anteriores es considerable.
España
La situación general en nuestro país no es muy halagüeña, pero tampoco tan negativa como puede parecernos a veces. La venta y transporte se consideran una falta criminal (penada con cárcel), mientras que el consumo en lugares públicos se castiga con una multa y la confiscación del producto. Sin embargo, el consumo y cultivo para uso personal se consideran dentro de la ley.
En el ámbito clínico, aunque algunos médicos recomiendan su uso fuera de la consulta, el enfermo que decide consumir la hierba para paliar los síntomas de su enfermedad se encuentra en las mismas condiciones que el que lo hace con uso lúdico.
Más allá de estas condiciones, existen en nuestro país multitud de agujeros normativos y dudas respecto a la legalidad o no de las actividades, como es el caso de los clubes de cannabis. La variabilidad entre comunidades también supone un grave impedimento para llegar a un estado de regulación total en todo el país.
Los más reticentes
En Estonia, al borde del Báltico, poseer pequeñas cantidades (hasta 7,5 gramos) no se considera un crimen, aunque sí lo es venderla, transportarla o cultivarla. Si bien el Gobierno permite el uso de cannabis medicinal, solo un paciente ha logrado obtener una prescripción desde 2005.
Un poco más al sur, en Italia, los amantes de la hierba se encuentran en una situación bastante ambigua. El uso de marihuana con fines medicinales y de producción industrial es legal, pero con fuertes restricciones. Por otro lado, el cultivo y la venta se consideran prácticas ilegales, mientras que la posesión se ha descriminalizado (aunque puede implicar multas o la suspensión del pasaporte o carné de conducir temporalmente).
En Malta, la posesión se considera una ofensa digna de arresto, aunque la tenencia de cantidades muy pequeñas para consumo personal está descriminalizado, al igual que ocurre en Eslovenia. Más al este, en Ucrania, el consumo también está descriminalizado, por lo que poseer y transportar hasta cinco gramos de hierba y cultivar hasta 10 plantas no está penado por ley, pero tampoco es legal.
Por su parte, Francia, Macedonia, Rumanía y Serbia no permiten el cultivo, venta o consumo en su territorio, pese a que el último es uno de los mayores productores de Europa. Mientras, en el norte, en Finlandia, Irlanda y Reino Unido, cualquier tipo de consumo se considera ilegal.
A las puertas del fin de 2016, podemos estar seguros de que no veremos a ningún país europeo instaurar la legalización global del cannabis dentro de sus fronteras, ni probablemente avanzar más de lo que lo han hecho durante los pasados meses. Sin embargo, el 2017 y los años venideros todavía pueden traernos interesantes sorpresas. Se permiten las apuestas para prever qué estado europeo será el primero en regular todo el sector cannábico.
Comentarios de nuestros lectores
Aún no hay comentarios. ¿Quieres ser el primero?
¡Deja un comentario!¿Te ha gustado este post?
Tu experiencia con nuestras semillas es muy importante para nosotros y puede ayudar a otros usuarios (tu dirección de correo electrónico no se publicará).