- La industria cannábica no deja de crecer y se presenta como un horizonte muy prometedor para algunos países que, por su tamaño, pasan desapercibidos en el concierto mundial.
- Desde Asia hasta el Caribe, la regulación del mercado de marihuana medicinal se está abriendo paso en pequeñas naciones donde se fijan tanto en el progreso social como en el desarrollo económico que vive Estados Unidos, cuya demanda legal de cannabis no hace más que aumentar.
- En África también está floreciendo el cannabis medicinal, con Lesoto a la cabeza de la producción legal de marihuana, donde han conseguido atraer inversores y reavivar el debate de la legalización entre los estados vecinos.
La ola de legalización que recorre los Estados Unidos, con la despenalización de la marihuana medicinal en más de la mitad del territorio, está suponiendo un gran revulsivo para muchas economías que ven una gran oportunidad en la producción y exportación del cannabis. El mismo interés se crea en diferentes Parlamentos del mundo aunque con una gran paradoja a la hora de legalizarlo. Muchas veces lo primero que se regula es el cultivo para la exportación, dejando de lado la despenalización del consumo y la venta dentro del propio país.
Y es que, según los informes de inversores como The Arcview Market, se prevé que la industria de la marihuana crezca en un 30% entre 2016 y 2020 en Estados Unidos. Un boom que no ha pasado desapercibido para muchos países del mundo que se encuentran en vías de desarrollo o, incluso, plenamente avanzados. Tanto en el Cono Sur de África, como en pequeñas islas del Caribe o en el mismo corazón del mar Índico, el impulso legalizador y el mercado cannábico han empezado a asentarse gracias a las estupendas condiciones climáticas de las que gozan. Un proceso menos mediático que el seguido en Europa o EE.UU, pero que está atrayendo inversores de todo el mundo y transformando pequeñas naciones por ser pioneras del cannabis dentro de sus regiones.
Sri Lanka, de la tradición a la exportación masiva
Sri Lanka, también conocida como 'la lágrima de la India', es una isla cuyo clima tropical cálido ofrece largas temporadas de cultivo y floración de distintas especies vegetales, entre ellas el cannabis. Históricamente ha sido un enclave con importantes recursos estratégicos y naturales, al estar situada en el mar Índico en plena Ruta de la Seda.
Además se cree que gracias a su posición, Sri Lanka tuvo contacto con el cannabis a través del comercio antiguo convirtiéndolo en un producto muy arraigado en la medicina ayurvédica, originaria de la India. También se trata de una de las sustancias recreativas más utilizadas en el país.
No obstante, el consumo y la posesión están prohibidos en Sri Lanka y el tráfico se persigue con fuertes condenas en prisión. Desde 2009 no han hecho más que crecer las incautaciones y las detenciones, aunque esta posición del gobierno choca frontalmente con el Ministerio de Medicina Indígena y el Departamento de Ayurveda, quienes han defendido durante mucho tiempo el derecho de la población de Sri Lanka a usar el cannabis de la forma tradicional. De hecho, los propios médicos y farmacéuticos ayurvédicos hacen preparados tradicionales con cannabis, gracias a las incautaciones del gobierno las cuales donan gratuitamente a estos colectivos.
Aun así, los médicos nativos se quejan de las malas condiciones en que les llega la planta: a veces 5 años después de la incautación y, por tanto, con menores facultades. Sin embargo, hace apenas unos meses esto cambió y el gobierno decidió establecer su primer cultivo legal, para suministrar al Ministerio de Salud pero sobre todo para atender la alta demanda de cannabis medicinal que llega desde EE.UU. El cultivo de unas 400 hectáreas, situado al sur de la capital Colombo, pretende producir 25 toneladas al año de marihuana medicinal para satisfacer las necesidades de la industria farmacéutica y cannábica de las principales potencias del mundo donde se está legalizando su uso.
El Caribe quiere posicionarse en el mercado
Estos últimos cuatro años el debate se ha intensificado en la Comunidad del Caribe (Caricom), donde los países isleños de la unión intentan dar una respuesta conjunta a la cuestión de la legalización de cannabis. Todo vino a raíz de 2015, cuando Jamaica tomó la delantera a nivel regional y decidió despenalizar el consumo y el cultivo del que era considerado el producto nacional y cultural: la marihuana. Entonces la isla caribeña creó una agencia encargada de emitir licencias para cultivar y la distribución al por mayor de marihuana con fines medicinales, religiosos y científicos.
Jamaica figuraba como uno de los grandes exportadores de cannabis de forma ilegal a Estados Unidos, por lo que sus nuevas medidas también suponían un método de combatir el narcotráfico. Para ello, las autoridades jamaiquinas crearon un marco legal que incluyera el desarrollo de las industrias del cannabis, el cáñamo y los nutracéuticos (alimentos con beneficios médicos), una iniciativa que poco después tomaron las pequeñas islas de Antigua y Barbuda, cuyos gobiernos acordaron un proyecto de ley similar en 2016.
Este paso del gobierno de Antigua y Barbuda ha servido para que la Conferencia de Jefes de Gobierno de Caricom, el foro más importante para la toma de decisión de la región caribeña, incluya esta cuestión en el orden del día. Así se están planteando los aspectos sociales, económicos, sanitarios y legales que rodean el uso de marihuana y cómo consultar a las partes interesadas para obtener opiniones sobre el tema en los distintos países que conforman la unión.
Con la excepción de Cuba, el cannabis está muy extendido en el Caribe. Históricamente, muchos trabajadores de la India que llegaron al Caribe durante la era del Imperio Británico trajeron su 'ganja' junto a ellos, para que pudieran relajarse después de un duro día de trabajo en las plantaciones de caña de azúcar. Además, el movimiento rastafari, para el cual el cannabis es un sacramento sagrado, ha estado creciendo constantemente en la zona desde la década de 1930.
Se abre, por lo tanto, un proceso muy interesante para la región, donde pequeñas islas como Belice o Barbados, que también han comenzado procesos regulatorios respecto al cannabis, intentan seguir los pasos de Jamaica para fomentar la inversión económica de una industria legal que ve con muy buenos ojos el clima tropical de estos países.
Lesoto, el referente para África
Según un informe de Naciones Unidas, el 25% de la producción mundial de cannabis se produce en África, siendo el continente con mayor concentración de cultivos de marihuana del mundo. Aunque para nosotros son más conocidos los cultivos del norte, como los de Marruecos, lo cierto es que en el Cono Sur del continente (Sudáfrica, Suazilandia, Lesoto, Malaui y Zambia), el cannabis también tiene una fuerte presencia. De hecho, el primer país en darse cuenta de que el negocio cannábico podría abrir horizontes de futuro, fue Lesoto, una pequeña nación montañosa del sur.
Este mismo verano se otorgaba la primera licencia de cannabis medicinal a la empresa sudafricana de preparados botánicos Verve Dynamics, quién podrá cultivar en el país, investigar sus propiedades y comercializar sus productos terapéuticos. Lesoto se coloca así a la vanguardia del continente con un importante papel en el desarrollo de esta industria, con equipos de extracción de última generación y cultivos de cepas Sativa de gran variedad.
Países vecinos como Malaui o Suazilandia toman nota del paso de Lesoto e instan a sus gobiernos a iniciar un debate sobre la legalización. El objetivo es poder mejorar sus economías locales a la vista del interés de la industria cannábica en la región. Al fin y al cabo, estos primeros pasos hacia el aperturismo cannábico en regiones más alejadas del foco mediático de Occidente están consiguiendo llevar el debate a una nueva óptica: considerar el cultivo de marihuana como proyecto de desarrollo económico de zonas humildes.
Islandia, un espejo donde mirarse
También en el parlamento de un pequeño país como Islandia, que está en las antípodas climáticas y económicas de los anteriores, se están dando pasos muy importantes. De hecho se está estudiando un proyecto de ley para la legalización del cannabis que establecerá un marco normativo sobre la producción, distribución y venta de productos de cannabis junto con una despenalización general del consumo. También se permitirá el comercio minorista a pequeña escala y las ventas de marihuana en restaurantes especiales.
No se trata de un asunto baladí. Según el 'World Drug Report' de Naciones Unidas, Islandia era en 2015 el país donde mayor porcentaje de ciudadanos consumían cannabis del mundo (con una prevalencia anual del 18,30 % de la población), si bien el cultivo, la venta y su uso son ilegales y las multas por hacerlo son muy elevadas, de ahí que sea muy complicado acceder a la planta.
Desde luego, Islandia no estaba muy contenta con su nueva reputación, afirmando que los datos eran incompletos y solo medían una pequeña porción de la población nacional. Aún así, se han puesto manos a la obra para convertirse en un pequeño espejo donde el resto del mundo pueda mirarse a la hora de regular un consumo de cannabis responsable entre sus habitantes.
Como se puede observar, queda mucho camino por recorrer aún en estas regiones para establecer una red comercial fructífera, pero desde luego estos pequeños países, pioneros en la materia, están consiguiendo motivar el debate en los Parlamentos de sus naciones vecinas. Sin duda, una gran noticia para la industria y la comunidad cannábica mundial.
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