- A medio camino entre el universo hippie, la delincuencia y el culto a la psicodelia, la Hermandad del Amor Eterno fue un grupo que buscaba la iluminación a través del LSD.
- Trazaron una compleja red mundial de tráfico de sustancias y sus miembros fueron los encargados de proveer a todo Estados Unidos de grandes cantidades de marihuana y ácido.
- Ahora, con la participación de varios de sus antiguos miembros, un documental profundiza en su historia y trata de desentrañar los misterios de esta legendaria institución.
La historia de la Hermandad del Amor Eterno es la de un grupo de amigos delincuentes que dejaron atrás los años de violencia y adicción a la heroína, para seguir el camino a la iluminación que creyeron encontrar bajos los efectos del LSD. Algunos hechos fortuitos y bastantes dosis de ácido, acabaron por convertirles en los mayores distribuidores de LSD, hachís y marihuana de toda Norteamérica.
Todo comenzó con un atraco que llevaron a cabo en Hollywood. Quiso la fortuna que el productor al que pretendían robar portara ácido, lo que llevó a estos peculiares cacos a probarlo por primera vez. Después de aquella experiencia, nada volvió a ser como antes. El LSD cambió sus vidas llenas de crímenes de poca monta: tuvieron una revelación y abrazaron la no violencia y el amor universal que, por aquel entonces, predicaba el movimiento hippie.
Eso sí, la excusa de drogas como camino hacia la espiritualidad les duró bien poco, no tardaron en convertirse en auténticos narcotraficantes. Impulsados por la necesidad de ruptura con las convenciones sociales y por las ansias de libertad, llenaron de ácido todo Estados Unidos. Ahora, el documental 'Orange Sunshine. The true story of friends, family and one hundred million hits of acid' regresa a los años de actividad de aquella banda, que siempre estuvo rodeada de mitos.
Liderados por John Griggs, la Hermandad del Amor Eterno seguía las ideas de Timothy Leary. Este psicólogo, entusiasta del uso de drogas psicodélicas, defendía abiertamente los beneficios terapéuticos y espirituales del LSD y animaba a todos aquellos que le escucharan a que fundaran sectas basadas en esta sustancia, similares a su Liga del Descubrimiento Espiritual. Fue así como, el 26 de octubre de 1966, Griggs y su banda de delincuentes, decidieron guardas las armas para inscribirse como secta, adoptando el nombre de Hermandad del Amor Eterno y estableciendo el ácido como su sacramento más sagrado.
Poco a poco, el grupo fue aumentando y su relación con las sustancias creció exponencialmente. Del consumo, pasaron a la venta cada vez a mayor escala hasta que desde Laguna Beach, en el estado de California, establecieron una red de distribución de LSD. Tanto es así, que la hermandad no dudó en crear su propia marca de ácido: Orange Sunshine –que da nombre al documental que ahora explora su historia–. Pero ahí no acabó todo. Siguieron ampliando las fronteras de su contrabando: llevaban hachís de Afganistán a Estados Unidos y sus nodos también pasaban por México.
Durante años idearon mil y una triquiñuelas para no acabar encerrados entre rejas. Portaban la marihuana dentro de tablas de surf y transportaban kilos de sustancias en coches, furgonetas Volkswagen, barcos e incluso aviones, con los que conseguían esquivar a las autoridades policiales.
Sin embargo, la muerte de John Griggs en 1969 y el abandono de muchos nuevos miembros del factor espiritual, para centrarse únicamente en el narcotráfico, acabarían por poner el punto y final a la hermandad. Así, 1972 sería el último año de vida de esta institución. Los días de paz, amor y LSD se habían terminado. Además, la organización se convirtió en el objetivo de una gran guerra contra las drogas encabezada por el presidente Nixon y en el mes de agosto, docenas de miembros fueron arrestados en California, Oregon, Maui y Afganistán. Después de eso, su nombre y su crónica de espiritualidad y LSD acabaron por caer en el olvido.
La historia se hace película
Fue en el condado de Orange, donde se encuentra Laguna Beach, donde creció el director del documental William A. Kirkley, oyendo las historias sobre la Hermandad del Amor Eterno que sus mayores le contaban. Una "secta hippie", decían quienes hacían referencia a este grupo. Al principio creyó que no eran más que cuentos, pero cuando se casó su suegro le mencionó que aún había personas que se hacían llamar "hermanos" y que a buen seguro tenían cosas interesantes que contar. Movido por la curiosidad, poco después de haber terminado su primera película en 2005, comenzó a investigar.
Después de años de contactos y tras haber conseguido que miembros de menor importancia de la Hermandad hablaran con él, en 2013 las dos piezas principales del documental, como son Michael Randall y Carol Griggs, aceptaron aparecer ante las cámaras. Ya habían conversado con Kirkley, sin que quedara constancia alguna de esas charlas, y habían pasado mucho tiempo juntos, pero durante años habían mostrado reticencias a narrar su experiencia para ser filmados.
Michael Randall fue el mejor amigo y mano derecha del fundador de la Hermandad, John Griggs, y además el jefe de la Operación Orange Sunshine que llenó Estados Unidos de ácido. Por su parte, Carol Griggs, la mujer de John (que falleció cuando la Hermandad todavía estaba en activo), conocía a la perfección detalles de la formación y de los aspectos de la creación de la hermandad. "Las mujeres hicieron su parte. Hacían que todo fuera legítimo. Querías a una mujer contigo en el coche, no a un puñado de tíos con pintas sospechosas", relata Carol en la cinta.
Los hermanos Rick y Ron Bevan también toman la palabra en el documental. Conocidos por haber pasado más hachís afgano que nadie en aquella época, cuando solo eran un par de adolescentes y la mitad de norteamericanos no había oído hablar de Afganistán, relatan su experiencia. También es importante el testimonio de Wendy Bevan, que viajó desde una comuna en Michigan para conseguir hachís de la hermandad y terminó casándose con Ron y convirtiéndose en amiga íntima de Carol.
Travis Ashbrook, dueño de una tienda de surf en Laguna Beach y contrabandista de marihuana –que traía desde México–, completa la lista de miembros que se han animado a narrar su versión de lo ocurrido aquellos años. "Si nos conocías, éramos hombres sagrados, guerreros espirituales. Si no lo hacías, solo éramos un puñado de traficantes. Éramos las dos cosas", explica Ashbrook.
Un sueño de cambio social
Las voces de la extinta Hermandad del Amor Eterno que toman partido en el documental explican que estaban frustrados por la guerra de Vietnam y, con sus prácticas, sentían que podían llegar a provocar un cambio social positivo. Los antiguos hermanos explican los comienzos del grupo y cómo, a medida que crecía la demanda de estupefacientes, pasaron de experimentar a distribuir LSD en unos pocos años.
Todo estos testimonios son, según el director del documental, lo que hace que la historia de este grupo no sea la semblanza de unos traficantes de drogas. Sus voces hablan de revolución, autodescubrimiento y cambio social. Además, la cinta permite revisitar, con testimonios de primera mano, el encarcelamiento de Timothy Leary y el desmantelamiento del grupo al tiempo que ponían en peligro a sus familias, sus vidas y la libertad en el nombre de la iluminación.
"'Orange Sunshine' cuenta una historia sobre cómo se descubre y se define lo que es importante; sobre el cambio social en sus primeras etapas, sobre las elecciones, las pérdidas sufridas y los amores forjados", clarifica el director.
'Orange Sunshine. The true story of friends, family and one hundred million hits of acid', que fue presentada en el pasado Festival de San Sebastián, llega para llenar un gran hueco en la crónica sobre la marihuana, el hachís y el ácido. Sin duda, es una oportunidad para conocer los entresijos de la Hermandad del Amor Eterno y acercarse a uno de los grupos más peculiares que transitaron los años sesenta y setenta en Estados Unidos, montados en una ola de rebeldía y libertad. Y mucho ácido.
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