Los activistas cannábicos de Nueva Zelanda se rebelan contra una nueva ley anacrónica y bochornosa

Según Cannabis Party, el partido político que defiende la legalización de la marihuana en Nueva Zelanda, la nueva ley que controla este tipo de sustancias en el país difiere mucho de "las mejores prácticas internacionales" y no está en condiciones de ser presentada ante la ONU en 2016. La consideran, asimismo, un claro retroceso hacia las malas decisiones del siglo XX y algo "totalmente contrario a la evidencia científica".

Entre otros aspectos, los activistas denuncian que la política de drogas de Nueva Zelanda da por hecho que sus ciudadanos no son capaces de tomar sus propias decisiones y se ven obligados a cumplir imposiciones moralistas y totalitarias.

Por otro lado, para los miembros del partido cannábico, mientras que las plantas beneficiosas para el ámbito terapéutico están prohibidas, otros medicamentos son legalmente accesibles a pesar de que producen gran daño a los neozelandeses. Además, explican que esta nueva política no hace distinción entre sustancias con riesgo, como las drogas duras o el alcohol, y aquellas que no lo tienen.

La nueva ley tampoco hace distinción entre la producción y la comercialización de la marihuana. Consideran que esto no ayudará a la reducción del daño, puesto que sigue respaldando la prohibición, "que es la principal causa" de los problemas relacionados con ciertos productos. De hecho, se estima que el 95 % de los inconvenientes asociados a ciertas sustancias están directamente relacionados con la mala gestión que el Gobierno hace de este tipo de políticas.

Los activistas creen que la marihuana debería estar regulada por su propia ley; Cannabis Party trabajará por ello en caso de que la agrupación sea elegida en el Parlamento. Son conscientes de que, más allá de los beneficios para los usuarios, la regulación de la planta también genera nuevas oportunidades de mercado que han quedado demostradas con el ejemplo de Colorado.