- Dentro de solo unos días tendrá lugar en España el primer Encuentro de Mujeres Cannábicas, que tiene como objetivo presentar la primera Red Estatal de Mujeres Antiprohibicionistas. No solo quieren eliminar los estigmas a los que deben hacer frente por cuestiones de género y de consumo, sino que pretenden hacerse un hueco visible en un mundo que aparentemente siempre ha sido de hombres. Ha llegado la hora de sumar esfuerzos y presionar para que se escuchen sus reclamaciones.
Esta es una historia de, por y para mujeres. Esas que se sienten parte de la cultura del cannabis, que se preocupan de las políticas gubernamentales del sector pero que suelen verse relegadas a un segundo plano. Hablamos de activistas, juristas, universitarias, investigadoras, politólogas, antropólogas, administrativas, médicas y usuarias de asociaciones, que acaban de crear REMA, la primera Red Estatal de Mujeres Antiprohibicionistas. Su misión será dar voz a estas protagonistas para que puedan hacer visibles sus necesidades y luchar por sus derechos y por los de las usuarias dentro y fuera de la comunidad cannábica, aunque especialmente dentro de ella.
Barcelona será testigo de su arranque formal el próximo 12 de marzo en la feria Spannabis, aunque 2 días antes se reunirán en el primer Encuentro de Mujeres Cannábicas, pensado para reunir a un foro de 100 interesadas en formar parte de REMA y empezar a cultivar el cambio: hablar, debatir, proponer y florecer. En esta ciudad, hace aproximadamente un año y medio, germinó la semilla que ha hecho posible la Red. "En realidad todo se remonta a que en algunos eventos nos encontrábamos y nos dimos cuenta de la cantidad de mujeres que había escondidas. No entendíamos por qué no éramos visibles", explica a Dinafem Patricia Amiguet, una de las promotoras de esta plataforma.
Comenzaron a conocerse entre ellas desde las asociaciones catalanas y, viendo el interés en crear algo común, decidieron que había llegado el momento de que cualquier mujer, desde cualquier punto de España, pudiera pertenecer a la misma comunidad. Aunque con ejemplos internacionales su referencia fue el asociacionismo español, "queríamos romper con esos tabúes que hay con las asociaciones y crear una red transversal en la que poder encontrarnos", reclamar más presencia en el sector y hacer que se tengan en cuenta sus necesidades, inquietudes, anhelos y derechos, explica Amiguet.
El trabajo, a partir de ahora, servirá para reivindicar su papel en todos los ámbitos de la industria y del movimiento social cannábico y trabajar por la igualdad entre hombres y mujeres "desde una perspectiva de género". Al fin y al cabo, en el sector cannábico las mujeres siempre han estado presentes, pero han tenido un papel menos visible que sus compañeros. Las impulsoras de esta Red son conscientes de que esa desigualdad no es intrínseca a su sector sino un reflejo de lo que ocurre en la sociedad actual.
La plataforma surge para hacer ver que hay mujeres que trabajan, estudian, son madres y, además, consumen, y ninguna de estas facetas debería ser un impedimento para las demás. Amiguet asegura que su intención no es luchar contra los hombres sino contra el estigma asociado al cannabis y a las propias mujeres usuarias o vinculadas al sector. Sobre todo porque "durante años hemos estado viendo en todas las ferias la cosificación del cuerpo de la mujer".
Ellas también tienen que enfrentarse a un tipo de lenguaje diferente. Según explica esta activista, los adjetivos que se aplican al consumidor de cannabis no son los mismos que los que se dirigen a las consumidoras. "Directamente ves que los que se dan a las mujeres usuarias van desde puta a yonki, mala madre o dejada... y te sientes indefensa y débil". Más allá de esto, confiesa que desde el punto de vista asociativo hay quien las utiliza como reclamo para otros socios, y algunos de los centros cannábicos "no les cobran la entrada. ¿En qué momento no me cobras una cuota por ser mujer? ¿Me estás utilizando? ¿Quién es el producto, el cannabis o yo?", dice.
Este escenario a veces no solo les perjudica a ellas, sino también a quienes les acompañan en su día a día. "Que a una madre se la estigmatice por haber consumido cannabis afecta tanto a ella como al padre", dice Amiguet a modo de ejemplo, y añade que esa madre puede acabar dando explicaciones en los servicios sociales por haber consumido durante el embarazo, lo que hace que tenga que enfrentarse a duras consecuencias. "No somos yonkis, somos mujeres y sabemos combinar nuestro trabajo con lo demás, y juntas debemos salir como plantas debajo de la tierra, crecer y 'plantarnos', decir que estamos aquí y que queremos que se nos escuche".
También recuerda que mujeres poderosas están detrás de muchos proyectos, pero la realidad es que "se las utiliza para la propaganda y para poco más". Ahora quieren demostrar que pueden hacer lo mismo y que tienen tantas ganas como ellos de hacerse visibles, reconocibles, luchar conjuntamente y lograr que el sector deje de estar dominado por voces masculinas. Activistas y profesionales están preparadas para promocionar en el ámbito cannábico, empoderarse y cooperar entre iguales.
No obstante, y aunque quieran iniciar el camino por ellas mismas, no descartan la posibilidad de cooperar después con los varones (que, por cierto, se muestran muy dispuestos a colaborar en esta nueva Red). Ante todo, quieren que ninguna se sienta frustrada por pertenecer a un sector aparentemente varonil "porque aquí también hay guerreras" que tienen los mismos objetivos que ellos. Además, desean que su foro se convierta en un lugar permanente donde ellas se sientan cómodas y puedan compartir sus experiencias con otras compañeras.
Este, a pesar de las circunstancias actuales (y precisamente por ellas), "es el momento de hacer presión" y de crear un grupo que pueda convertirse en 'lobby' y ejercer poder a nivel político y social. "Ahora más que nunca hay que luchar, tenemos que salir del armario, dar el paso" y hacer frente al difícil momento económico, social y político que no solo vive España en general sino también los usuarios de cannabis en particular, en los tribunales.
Su futuro pasa por acabar viviendo tranquilas sin ser juzgadas por su consumo. Están seguras de que si muchas compañeras se unen a la lucha y suman fuerzas terminarán cambiando la mentalidad de la población civil y saldrán victoriosas de un desafío que las apasiona y del que en absoluto quieren desvincularse.
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