- El Parlamento de Líbano ha aprobado la legalización del cannabis medicinal, pero existe cierto escepticismo sobre si la ley se puede implementar con éxito debido a la oposición de Hezbolá y sus aliados políticos.
- Además, la medida tiene como objetivo crear una industria para los productos de salud relacionados con el cannabis, como el CBD, junto con un mercado para el cáñamo industrial.
El Parlamento libanés aprobó el martes 21 de abril un proyecto de ley que legaliza el cultivo de cannabis para uso médico e industrial, una medida que fue recomendada por asesores económicos (en concreto por la consultora con sede en Nueva York McKinsey & Co) incluso antes de que la pandemia del coronavirus asestara un golpe devastador a la ya débil economía de la nación mediterránea.
De esta forma, Líbano se convierte en el primer país árabe en legalizar el cannabis para uso medicinal, lo que podría generar alrededor de 1.000 millones de euros anuales de ingresos solo en exportaciones, según estimaciones de la consultora norteamericana. Para un país con una de las relaciones deuda/PIB más altas del mundo, difícilmente puede pasarse por alto el potencial de esta industria para la generación de ingresos.
El hachís libanés, un producto muy rentable
Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Líbano se encuentra en el tercer puesto entre los mayores productores de resina de hachís del mundo, por detrás de Marruecos y Afganistán. Durante años, la planta de cannabis ha sido cultivada ampliamente en el valle oriental de Bekaa, convirtiéndose en un negocio multimillonario que ha permitido que los agricultores sobrevivan, mientras el hachís libanés inundaba las calles de Europa.
Pero los cultivadores del valle de Bekaa rara vez han sentido los grandes beneficios económicos del cannabis, que van a a parar a las mafias del narcotráfico, que a su vez hunden sus raíces en lo más profundo de la clase política libanesa. Ahora estos cultivadores esperan que su trabajo pronto se convierta en legal después de décadas de represiones y redadas.
La ley también tiene como objetivo crear una nueva agroindustria en el país que lleve a la producción de cáñamo industrial, para obtener fibra que pueda reemplazar al plástico y usarse para textiles, productos farmacéuticos y productos de salud, como el aceite de CBD que se deriva de la planta de cannabis.
La nueva ley no legalizaría la marihuana para uso recreativo y seguirán vigentes los castigos y sanciones, a pesar de que los activistas habían pedido una amnistía para la mayoría de los cargos relacionados con el cannabis. En cambio, permitirá que la planta se cultive para la exportación a países que lo permitan, como Alemania, Australia o Canadá.
La oposición de Hezbolá
La ley salió adelante en el Parlamento libanés a pesar del rechazo del grupo islamista chiíta Hezbolá, que opina que "legalizar el cannabis no sería suficiente para abordar las preocupaciones económicas del Líbano". Por eso existe escepticismo de que el gobierno pueda implementar con éxito la ley, dada la oposición de Hezbolá, que es de forma velada el principal beneficiario del tráfico de cannabis en el país. Y parece que la única forma para que Hezbolá acepte la ratificación de la ley es involucrarse directamente en su implementación, es decir, obtener su parte del pastel.
Según el proyecto de ley, el cultivo estaría estrictamente controlado. Las compañías farmacéuticas proporcionarán semillas y plántulas a los agricultores y durante la cosecha se contarían las plantas para asegurarse de que no se hubiera desviado nada. El tamaño de los campos estaría regulado por una autoridad que estaría bajo la competencia de la presidencia del Gabinete, que también emitirá permisos para actividades que van desde el cultivo hasta el transporte, la producción, el almacenamiento, la venta y la distribución.
Solo los titulares de permisos podrán trabajar bajo esta nueva ley y esto ha generado críticas debido al alto potencial de corrupción y soborno, ya que la fuente de financiación para esta autoridad no vendrá del presupuesto del gobierno, sino de las tarifas de los permisos, lo que podría crear un conflicto de intereses que puede llevar a monopolios, lo que permitirá controlar la producción, distribución y exportación de hachís en beneficio de los políticos a expensas de los productores.
Plagado de corrupción e inseguridad durante décadas, el Líbano tiene una deuda nacional de más de 80.000 millones de euros. Incumplió el pago de su deuda por primera vez el mes pasado, ya que el país sigue enfrentando a una grave escasez de divisas. El otoño pasado, la economía estuvo a punto de colapsar, lo que provocó manifestaciones contra el gobierno en todo el país que resultaron en la renuncia del primer ministro Saad Hariri y la formación de un nuevo gabinete más tecnocrático.
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