Lecciones que hemos aprendido en Uruguay tras un año de marihuana legal

En diciembre de 2013, se aprobaba en Uruguay la ley que regulaba la producción, comercialización, tenencia y usos recreativos y medicinales de la marihuana, una norma que entró en vigor en mayo de 2014. El país latinoamericano se convertía de esta forma en el primero en el mundo en legalizar la venta y cultivo de marihuana de forma plena.

Pese al cambio de gobierno en Uruguay (Tabaré Vázquez ha sucedido a José Mujica) la ley se ha mantenido intacta y el balance no puede ser más positivo: según los datos de la Junta Nacional de Drogas del país, desde que se abrió el registro para los cultivadores de marihuana, ya hay casi 1.300 personas registradas. Por el momento, se puede cultivar un máximo de seis plantas por casa. A estos datos hay que sumar el registro de unos 500 clubes cannábicos.

Las cifras demuestran no solo que esta legalización era una demanda apoyada por los ciudadanos uruguayos, sino que además ha repercutido de forma positiva en el turismo: los balnearios de Montevideo están plagados de turistas atraídos por las facilidades de consumo.

Además, Uruguay puede enorgullecerse de que el consumo de cannabis en jóvenes no ha aumentado tanto como auguraban los opositores a la regulación. Según un informe del Observatorio Nacional de Drogas uruguayo, un 17% de los jóvenes de entre 13 y 17 años consumieron marihuana entre 2013 y 2014, un incremento de tan solo un 5% respecto a los datos de 2011.

Gracias al precedente de Uruguay, otros países de América Latina se han comenzado a plantear la legalización. En Chile se permite ya el cultivo de marihuana con fines terapéuticos; y en Argentina, un proyecto de ley pretende despenalizar el uso personal de la marihuana. 

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Con información de El Tiempo.