- El equipo de comunicación de Dinafem Seeds ha tenido la oportunidad de hablar con Jodie Emery, una famosa activista cannábica canadiense a la que se conoce como Princess of Pot (Princesa de la Hierba).
- La entrevista ha tenido lugar en Toronto, ciudad de la que tiene prohibido salir tras haber sido detenida por “tráfico y posesión de drogas” el pasado mes de marzo cuando se disponía a tomar un vuelo a Spannabis con su marido.
- Como consecuencia, el Gobierno canadiense también congeló la actividad de Cannabis Culture Dispensary, una red de franquicias gestionada por la pareja.
- Su determinación al salir de prisión fue clara: los abusos sufridos durante los tres días que pasó en la cárcel no iban a conseguir que abandonara su lucha por la legalización de la marihuana. A continuación podéis encontrar el testimonio de una Jodie Emery determinada a aprovechar su detención para dotar a su discurso antiprohibicionista y en favor de la libertad individual de un sosiego y un alcance mayores.
¿Cómo y cuándo empezó todo?
De adolescente, cuando iba al instituto, estaba en contra del cannabis y de cualquier tipo de droga. Pero entonces mis amigos empezaron a fumar marihuana, a leer la revista Cannabis Culture y a ver vídeos de Pot TV y yo empecé a cuestionarme qué era lo que sabía sobre el cannabis, porque mis amigos no eran ningunos tontos, más bien todo lo contrario.
Y con 16 años, durante las elecciones de Columbia Británica, asistí a mi primer mitin, un acto de campaña que el Partido de la Marihuana de Columbia Británica (BCMP, por sus siglas en inglés) organizó en Kamloops, mi ciudad. En 2004 me mudé a Vancouver, donde me hice voluntaria y asidua de la revista Cannabis Culture y de la tienda BC Marihuana Party Bookstore (ambas actividades son propiedad de Marc Emery), y en febrero de 2005 me contrataron como ayudante de edición de la revista.
Poco después, a Marc y a mí nos detuvo la facción canadiense de la Administración para el Control de Drogas estadounidense (la famosa "DEA"), y a él pretendían condenarle a treinta años de cárcel, así que yo me impliqué mucho más y mi nivel de compromiso no ha bajado desde entonces.
¿Cómo te sientes cuando piensas en los sucesos de la 461 Church Street de Toronto, del pasado marzo, durante los que tu marido y tú fuisteis detenidos en relación con las tiendas Cannabis Culture?
Me he dado cuenta de que durante los trece años que llevo participando en el movimiento activista, la lucha ha merecido la pena. Nos hemos centrado en liberar a las personas que sufren opresión injustificada y simplemente sigo hacia adelante sin importar las dificultades.
En marzo cerraron las tiendas Cannabis Culture, que llevaban abiertas menos de un año. Ahora ya no están y nosotros nos enfrentamos a cadena perpetua. Así que no nos faltan motivos para estar preocupados. Aun así, como lo único que he conocido es la presión del Gobierno, que ha estado siempre pisándonos los talones, no hay mucha diferencia. Lo único es que ahora no puedo trabajar.
Tenemos un montón de proyectos y no me permiten gestionarlos. Así que me aburro un poco y también me siento bastante impotente, porque me encantaría poder ocuparme de mi familia, de mis amigos y de mis negocios. Pero al mismo tiempo estoy descansando y retomando aliento. Antes de ayer fui al Ayuntamiento de Toronto y organicé un mitin para conmemorar el primer aniversario de las grandes redadas en las que asaltaron decenas y decenas de dispensarios y detuvieron a cientos de personas. Lo que pasó hace un año no se puede tolerar, así que sigo manifestándome; le di una carta al alcalde, me mantengo activa. Ahora esa es mi prioridad, intentar ocupar mi tiempo con el activismo. Puede que suene muy optimista, pero eso no quita que haya momentos tristes porque la situación que estamos viviendo es muy complicada.
¿Cómo funcionaban las tiendas Cannabis Culture?
El nombre Cannabis Culture siempre había estado vinculado al activismo. Así que me dije: "Si nuestro nombre transmite confianza, ¿por qué no dar la oportunidad de abrir tiendas a gente con fondos mediante un sistema de franquicias? El establecimiento sería propiedad del inversor, que se ocuparía de la gestión, y el nombre nos pertenecería a nosotros. Nosotros seríamos el franquiciador y ellos los franquiciados encargados de vender el cannabis. En algunos casos podríamos suministrárselo nosotros a través de cultivadores de nuestra confianza y, en los demás, podrían obtenerlo ellos mismos recurriendo a cultivadores locales. ¡El modelo de franquicia era perfecto! Los activistas podrían abrir tiendas y vender el cannabis que ya se estaba cultivando en el país en esos mismos establecimientos, y no donde fuera que la gente lo compraba.
La idea era dar trabajo a la gente, contribuir a una marca, a una identidad, a un movimiento y apoyar así a la causa. Es genial cuando la gente se interesa por su aspecto más comercial, como sucede en esta feria. Aun así, todavía hay mucha gente que acaba siendo detenida simplemente por querer dedicarse al sector de la marihuana. Es injusto e incoherente.
¿Qué opinas de la situación de Canadá?
Recuerdo que cuando se celebraba la feria Treating Yourself, en 2011, 2012 y 2013, en este mismo espacio, ya entonces la gente decía: "¡Qué moderno y profesional es todo!". Después la suspendieron, pero los activistas, que se saltaron la ley con la desobediencia civil, los pacientes y los dispensarios fueron a juicio y allí se determinó que los pacientes necesitaban la marihuana. Así que al Gobierno no le quedó más remedio que permitir el acceso para garantizar sus derechos.
Ese fue el comienzo de las empresas de marihuana medicinal legal, que pueden cultivar para suministrar el producto a los pacientes porque los tribunales llamaron a la puerta del Ministerio de Sanidad y dijeron: "Tenéis que permitir el acceso". Al principio, durante el mandato del expresidente conservador Stephen Harper, estas empresas tenían un modelo muy restrictivo. El Gobierno nunca había querido permitir el acceso a la marihuana, siempre se había centrado en restringirlo, así que el gabinete de Harper ideó el modelo de productores autorizados mediante licencia, un sistema muy restrictivo y con muchas limitaciones.
Pero cuando Justin Trudeau se presentó a la presidencia, decidieron que había que legalizar. La legalización había llegado a Estados Unidos y la opinión pública había cambiado en todo el mundo, así que los liberales incluyeron la legalización en su programa. Y yo me uní al partido por eso, me presenté como candidata, les apoyé y les ayudé a ganar.
Pero el caso es que algunos de los productores con licencia, que tenían un oligopolio muy restringido formado por unos pocos peces gordos, pensaron que no estaban dispuestos a perder valor en el mercado. Había mucha especulación en torno a la marihuana legal, la gente no paraba de decir que se avecinaba "un mercado millonario", pero los que ya formábamos parte de él no dábamos crédito. "Ese mercado ya está aquí", nos lamentábamos. "No podéis inventaros la marihuana: ya existe. Si queréis podéis sumaros, pero no podéis arrebatárnosla". Por desgracia, muchos de los productores con licencia presionaron al Gobierno para que cerrara los dispensarios.
Creo que hay mucha incoherencia. No creo que haya que acabar con los productores que operan bajo licencia, ni que tengan por qué hacer frente a una legislación más restrictiva, pero tampoco me parece bien que estos productores intenten criminalizar a la competencia. Lo que va a pasar con la legalización es que toda la marihuana que es ilegal en la actualidad seguirá siéndolo una vez que esta se haga efectiva. La única marihuana legal del país será la marihuana y las semillas que cuenten con el visto bueno del Gobierno. Todo lo demás seguirá siendo delito. Por eso no me muestro demasiado optimista, pero al fin y al cabo siempre hemos tenido que luchar contra Gobiernos que querían ver la planta fuera de la circulación, así que al final es más de lo mismo.
Has servido de inspiración para mucha gente. ¿Quién te ha servido de inspiración a ti?
Sin ninguna duda, Marc. Es un valiente. A diferencia de otras personas, que tienen un discurso ambiguo y poco firme, cuando él habla es totalmente sincero, siempre dice lo que quiere decir sin miedo de lo que pueda pasar. Así que, sí, la inspiración me vino de Marc Emery, pero también de Dana Larsen, exdirector de Cannabis Culture, y de gente como David Malmo-Levine, otro activista muy importante de Vancouver que ha estudiado la historia de la guerra contra las drogas, Chris Bennett, que también forma parte de Cannabis Culture y Pot TV, o Michelle Rainey. Todos ellos me han servido de inspiración, así que el haber acabado trabajando con ellos y haber pasado después a ser propietaria y dirigir la empresa en la que trabajan es alucinante, un verdadero honor. Parece que no se les ha dado nada mal eso de servirme de inspiración.
¿Qué modelo construirías tú en torno al cannabis?
Lo que yo propondría es que se permita el cannabis en cualquier lugar, igual que el café y el alcohol. No me refiero a fumarle a la gente en la cara, pero que se permita el consumo en sus diferentes formas. ¿Que quieres cultivar en casa? Pues cultivas. ¿Qué quieres cultivar y después vender? Pues vas a un mercado agrícola y vendes. Y si quieres lanzar tu propio negocio de venta de cannabis, lo mismo. Y el Gobierno igual, si quiere comprar, que compre, y si quiere aplicar un impuesto, pues perfecto.
En cuanto a la marihuana medicinal, habría que establecer grandes plantaciones de cannabis para producir medicamentos a base de CBD y THC. Y también es importante que la industria farmacéutica se sirva de los beneficios de la marihuana para ayudar a las personas. Las propias casas farmacéuticas son conscientes de que la marihuana no va a desaparecer y de que el uso de los opioides y los analgésicos está bajando sin que puedan hacer nada por evitarlo. Así que en vez de hacernos frente, están intentando unirse a nosotros, pero claro, luego querrán tomarnos la delantera.
En mi opinión, el modelo ideal sería un mercado libre en el que todo el mundo pueda participar y en el que los mejores cultivadores y proveedores de servicios sean los que se lleven el gato al agua. Como pasa en los restaurantes, que si la comida es buena no suelen tener problemas para llenar las mesas.
¿Cuáles son tus variedades preferidas?
Tengo que admitir que hasta hace dos años, cuando quería marihuana, iba donde la persona de siempre, le daba 50 dólares, le pedía "unas flores", cogía lo que me ofrecía y me lo fumaba. Pero cuando empecé con el tema de los dispensarios descubrí que había un montón de variedades.
Y la verdad es que no tengo ninguna favorita en concreto… A lo largo de los años he probado un montón de cogollos espectaculares, aunque sí que es verdad que siempre me ha gustado el sabor de la Blueberry y a Marc, el de la White Widow. Últimamente me ha dado más por las Sativas, pero cuando me apetece relajarme me entran genial las variedades con CBD. Y ahora me gustaría darles una oportunidad a los aceites, por ejemplo, porque me gusta la idea de consumir cannabis de forma regular por sus beneficios para la salud sin tener que estar fumando todo el rato. Así que yo también sigo siendo un poco novata en algunos aspectos de la marihuana.
Es un buen momento para el cannabis, con cada vez más variedades e información a nuestro alcance, ¿no te parece?
Sí, son momentos muy interesantes, siempre y cuando se acabe con las detenciones y la demonización. Es lo único que pido. Aunque la compraventa sea legal, mi labor como activista no habrá finalizado mientras sigan deteniendo a la gente. Mi lucha a través de la revista se ha centrado siempre en liberar a las personas a las que se demoniza injustamente. Y en dar a conocer que esto no es solo una flor o una planta, sino que es mejor que el resto de las plantas porque salva vidas. Por esa razón no podré parar hasta que todo el que la necesite por motivos medicinales tenga acceso a ella.
Me gustaría ver una revolución allí donde existe el consumo de cannabis, me gustaría que los usuarios vivieran una revolución en su mente, igual que hice yo. La gente que trata sus dolencias físicas con marihuana suele experimentar una apertura de mente y una paz interior como efecto secundario, por lo que obtienen también un beneficio espiritual. Así que espero que esta sea otra de las maravillosas consecuencias de consumir cannabis.
¿Te gustaría añadir algo?
Creo que es muy importante que el negocio de las semillas siga creciendo, así como proteger las semillas que ya existen, porque las genéticas son algo muy valioso. Cuando las grandes empresas entran en cualquier mercado, como el del alcohol, el farmacéutico o incluso el de la alimentación, siempre se corre el riesgo de que tomen el control y lo manipulen. Está genial que haya muchas variedades, semillas feminizadas, genéticas originales, clones… pero tenemos que asegurarnos de proteger el legado de semillas porque es nuestra cultura y nuestro nexo con el pasado. Es fundamental. ¡Proteger las semillas aunque sea en una bóveda!
Como dice Marc Emery: "Plantemos las semillas de la libertad para ganarle terreno al Gobierno" . Es decir, que en vez de rebelarnos, plantaremos tanta marihuana que nadie podrá pararla. Ganaremos esta guerra de forma pacífica, únicamente plantando tal cantidad de marihuana que sea imposible frenarla. A todas las empresas de semillas les digo: seguid así porque ahí es donde empieza todo. Sin semillas no hay hierba y no hay cultura.
Comentarios de nuestros lectores
Aún no hay comentarios. ¿Quieres ser el primero?
¡Deja un comentario!¿Te ha gustado este post?
Tu experiencia con nuestras semillas es muy importante para nosotros y puede ayudar a otros usuarios (tu dirección de correo electrónico no se publicará).