Ni Jamaica ni Holanda: Islandia es el país donde más cannabis se fuma

Naciones Unidas elabora un informe anual en el que recoge las tendencias que sigue la industria cannábica en todos sus ámbitos: producción, distribución y consumo. Referido a este último, confecciona una lista donde quedan reflejadas las naciones cuyo porcentaje de consumidores de cannabis es mayor.

La primera está llena de volcanes, glaciares y hasta auroras boreales. No son pocos los motivos que hacen de Islandia ese país que tanto llama la atención en el resto del mundo por sus paisajes de película. Ahora, contra todo pronóstico, ha sido señalada en ese informe como la nación con el porcentaje más alto de fumadores de marihuana, por delante de otras con mayor fama de consumidores.

El estudio recoge los datos de las personas entre 18 y 67 años y concluye que en este rango de edad un 18,30 % de la población es consumidora de cannabis. A esta primera posición le siguen países como Nigeria, con una tasa del 16,84 %, y Zambia, con el 15,60 %.

A la hora de analizar la singularidad de los datos, destaca que esta nación se ha puesto por delante de países donde el consumo de marihuana cuenta con un estatus de legalidad. Al igual que sucede en otros muchos de Europa, en Islandia el cannabis es ilegal: la posesión de cantidades pequeñas se pena con sanciones económicas, aunque la reiteración del incumplimiento de la norma puede acarrear consecuencias más severas. Sin embargo, su consumo está bastante tolerado.

Uno de los motivos por los que el consumo de marihuana entre los islandeses está tan generalizado podría ser la medida que hizo de la cerveza una bebida ilegal desde 1915 a 1989. No suena muy descabellado que los ciudadanos exploraran otros consumos y se encontraran con las bondades del cannabis.

Entre los argumentos ofrecidos para fomentar la legalización de la marihuana se señala que la aparición de leyes más permisivas no provoca necesariamente un aumento del consumo. Atendiendo al fuerte impacto del consumo de marihuana en la isla y enmarcándolo en un panorama europeo que avanza hacia la legalización (como Alemania, que anunciaba recientemente su intención de legalizar el consumo medicinal durante el 2017), cabe esperar que en Islandia también se escuchen voces que demanden un cambio de rumbo.