Holanda probará el cultivo de cannabis recreativo

Atrás quedaron los tiempos en que los amantes del cannabis de todo el mundo viajaban a Holanda para fumar marihuana sin cortapisas en ciudades como Ámsterdam. Llegó un momento en que las autoridades del país, atemorizadas por que el turismo cannábico se convirtiera en un problema, decidieron tomar cartas en el asunto, y en 2012 establecieron el Weed Pass. Con esta medida, quedaba prohibido que los tradicionales 'coffee-shops' de la capital neerlandesa vendieran marihuana a los turistas; solo los residentes en la ciudad tenían acceso al cannabis.

No obstante, con el paso de los años aquella medida ha demostrado ser ineficaz y, al mismo tiempo, ha provocado el efecto contrario. Tanto es así que hay ciudades en las que incluso se eximió del cumplimiento de la norma y la única indicación que se estableció fue que no se consumiera en las inmediaciones de algún centro educativo. En Ámsterdam, sin ir más lejos, los 'coffee-shops', que parecían destinados a extinguirse, han seguido con su actividad. Esto, lejos de lo esperado, no solo no ha reducido el consumo, sino que además ha permitido que el comercio ilegal gane terreno, ya que era la única vía por la que abastecer los establecimientos.

Esto ha acabado provocando una situación opuesta a la que planearon en su día los miembros del Gobierno que decidieron apostar por el Weed Pass. En los últimos meses se han producido altercados en 'coffee-shops' de todo el país, con incluso tiroteos. Todo ello, fruto de la paradójica legislación de los Países Bajos que, por un lado, permite la venta de cannabis a través de estos establecimientos, pero por otro castiga su cultivo y distribución con dureza.

 

A esto hay que sumar la controversia que genera que cada vez haya más población que se queja del olor y ruido que generan quienes fuman en las calles. Hasta tal punto ha llegado la inquietud de los ciudadanos que ya hay ciudades que han prohibido el consumo. En La Haya, sin ir más lejos, las autoridades locales han tomado cartas en el asunto: la ciudad se ha convertido en la primera neerlandesa que prohíbe el cannabis en el centro del casco urbano, en la estación central de trenes y en las principales zonas comerciales.

Un necesario cambio de rumbo

En mitad de esta compleja situación las autoridades del país han actuado. El ministro de Justicia, Ferdinand Grapperhaus, y el de Sanidad, Bruno Bruins, han presentado un plan que pretende probar durante cuatro años el cultivo de cannabis y regular así las plantaciones de marihuana y su posterior distribución y venta.

Se trata de un plan piloto que ya ha aprobado el Ejecutivo y que permitiría el cultivo de marihuana para uso recreativo en diez municipios del país. El documento contempla la creación de una comisión que será la encargada de supervisar los lugares que se presenten candidatos a albergar estos cultivos. Serán los ministerios de Justicia y Sanidad los encargados de seleccionar las localidades agraciadas. Al contrario de lo que muchos puedan pensar, ya han sido varias las grandes ciudades que han presentado su candidatura, como es el caso de Róterdam.

Según la hoja de ruta presentada, una vez que se hayan seleccionado las ubicaciones de esos cultivos y que se recolecte la primera cosecha, el cannabis se distribuirá entre los 'coffee-shops' del país, que serán los encargados de la venta. Este proceso se realizará durante los próximos cuatro años y, una vez acabado ese plazo de prueba, se detendrá la producción, distribución y venta para evaluar el impacto que ha tenido esta medida.

Todavía, no obstante, quedan algunos flecos que cerrar, puesto que los 'coffee-shops' solo pueden almacenar 500 gramos de cannabis, una cantidad insuficiente para abastecer la demanda actual, sobre todo en las zonas donde hay mayor número de turistas. Por tanto, a la espera de que se haga efectivo y las autoridades den luz verde al cultivo de cannabis para uso recreativo, no sabremos cómo van a resolver esta tesitura ni tampoco si habrá cambios en las reglas que existen para el autocultivo de marihuana. Hoy, los cultivadores solo pueden tener en casa cinco plantas de marihuana, y ninguna de ellas sobrepasar el metro de altura.

Ya en 2016 el partido Demócratas 66, que entonces se encontraba en la oposición y ahora forma parte del Gobierno de coalición, presentó un proyecto de ley para trata de legalizar y establecer una regulación en torno al cultivo de cannabis. Su intención era que aquellos agricultores que estuvieran registrados y contasen con los permisos necesarios pudieran cultivar cannabis a gran escala, para después vender su producción a los 'coffee-shops' de sus respectivas localidades. Todo ello con un control exhaustivo, regulando las distintas variedades que se comercializan para comprobar sus niveles de THC o de CBD.

No obstante, aquella propuesta no llegó a buen puerto y ahora toca retomar la cuestión para virar la situación. Por ello, el objetivo del Gobierno que lidera Mark Rutte es subsanar los daños causados por la prohibición del cannabis y crear esa cadena cerrada de 'coffee-shops' para que todos los aspectos en el consumo recreativo, desde el cultivo hasta el transporte y la venta, estén perfectamente regulados por las autoridades.

Tal es la importancia del asunto para los ministros promotores de esta iniciativa que su propósito va mucho más allá de crear una red legal de comercio de marihuana: ellos piensan que se trata de "proteger los derechos humanos". ¿Surtirá efecto esta nueva medida para enderezar el rumbo de su política cannábica? El tiempo lo dirá.