- La culpa la tuvo la obsesión, el miedo y la ambición de alguien que en un primer momento no se oponía a la planta. Ese temor nació después de que un chico acabara con toda su familia a hachazos y de que el encargado del Departamento de Prohibición en Washington D.C lo relacionara con el consumo de marihuana. De 30 expertos consultados 29 se opusieron a demonizar la hierba. Tiempo después, se demostró que el joven nunca había sido usuario. Las consecuencias, sin embargo, llegan hasta nuestros días.
Las cárceles de los países más avanzados están repletas de usuarios de cannabis, mientras son muchos los que se preguntan por qué sigue prohibida la marihuana. Quien no tenga conocimientos avanzados sobre ella podría pensar que los que primero decidieron censurarla fueron profesionales que, después de analizar sus propiedades desde un punto de vista científico, descubrieron que era algo mucho más peligroso que ciertas sustancias.
Sin embargo, quienes crean esto se equivocan. La historia del prohibicionismo comienza en 1929, cuando Harry J. Anslinger se puso al frente del Departamento de Prohibición en Washington D.C. Aunque sí lo habían hecho con el alcohol, hasta el momento nadie se había pronunciado sobre el cannabis. Con él todo cambió.
El Departamento no tardó en convencer a los ciudadanos de lo que les sucedería si usaban la hierba. Decía que caerían en una rabia delirante y perderían la capacidad de pensar hasta llegar a la locura y convertirse en una "bestia salvaje". Anslinger había comenzado su particular guerra contra el cannabis movido por su ambición y las ganas de control.
Con la intención de obtener numerosos ingresos con la venta de productos que sustituirían al cannabis, puso su atención en el caso de un chico de Florida que había matado a su familia con un hacha, supuestamente por causa del consumo. Anslinger la definió como "hierba del demonio", y muchos otros padres del país le tomaron la palabra, aterrorizados.
Anslinger escribió a 30 investigadores importantes para preguntarles si el cannabis era peligroso o no y con el fin de demostrar sus argumentos. Para su sorpresa, 29 de ellos se posicionaron a favor de la hierba y exigieron que no se prohibiera, mientras que solo uno no lo hizo. El responsable del Departamento, sin embargo, decidió hacer caso a esta única voz para continuar su programa contra la marihuana.
En ese momento el miedo se apoderó de Estados Unidos que, a su vez, aconsejó a otros países ser precavidos. México, sin embargo, decidió no prohibir la hierba y determinó que su política relacionada con ella debería ser responsabilidad de los médicos. Sus expertos se negaron a prohibirla y resistieron hasta que el país vecino presionó y cortó el suministro de analgésicos. En una situación límite y de necesidad, los mexicanos se vieron obligados a restringir la planta para poder comprar otros medicamentos a Estados Unidos.
Entonces muchos médicos estadounidenses se pusieron en contacto con Anslinger para asegurar que su decisión no tenía consistencia científica y que debía cambiar. Después investigaron el historial médico de aquel niño que había acabado con su familia y descubrieron que nunca había consumido marihuana, pero sí había sufrido numerosas enfermedades mentales. Este útimo dato, sin embargo, permaneció oculto, al igual que los psiquiatras habían recomendado a la familia ingresarle en algún centro.
Desde entonces el prohibicionismo y los mensajes sensacionalistas de Anslinger permanecen, y son muchos los profesionales que luchan día a día para poner sobre la mesa las propiedades beneficiosas de la planta. Esta vez la guerra la ganarán los buenos.
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