- La anatomía humana determina cuánto THC absorbe tu sangre y cerebro.
- Tragar grandes cantidades de humo quizás no sea la mejor manera de maximizar tu consumo.
Cuando comienzas a fumar la reacción natural es tratar de mantener la respiración el máximo tiempo posible. Sin embargo, esa técnica de inhalación puede que no sea la correcta para los usuarios de marihuana.
Según la guía para consumidores de cannabis de Steve Liebke hay que "tomar pequeñas inhalaciones. Los pulmones absorben el 95% de THC del cannabis fumado en los primeros segundos, así que mantener la respiración no tiene sentido. Lo único que se consigue es que más alquitrán se deposite en ellos".
Siendo eso cierto, hay más. Una forma diferente de inhalar cannabis optimizará la cantidad que necesitas fumar. Cuando el humo es introducido en el cuerpo, los cannabinoides como el THC atraviesan el sistema respiratorio hasta alcanzar la última estación: los alveolos. Allí es donde se produce el intercambio entre los gases introducidos en los pulmones y el torrente sanguíneo. A continuación, el corazón se encarga de enviar esa sangre hasta tu cerebro.
Los pulmones son estructuras complejas destinadas enteramente al intercambio de gases: aprovechar el oxígeno y desechar el dióxido de carbono. Según distintas fuentes la superficie total del "acordeón" que forma estos órganos vitales varía entre 65 m2 y 140 m2. Por lo que llenarlos completamente, de manera natural, es más fácil que pretender inundarlos de humo.
Al igual que ocurre al respirar, el intercambio de gases en los alveolos es instantáneo, se produce en milisegundos. Así que desde el primer momento que inhalas cannabis puede tomar apenas medio minuto hasta que alcance el torrente sanguíneo del cerebro.
Este proceso de acceso al cerebro es especial para los cannabinoides puesto que hay otras moléculas como las endorfinas que, simplemente, no pueden hacerlo. Una vez en el sistema nervioso el THC buscará los receptores CB1 y se unirá a ellos. Cuando esto ocurra los efectos psicoactivos comenzarán a liberarse.
Así que, como el THC y otros cannabinoides no son absorbidos hasta que alcanzan los alveolos, cualquier inhalación que exceda la capacidad llenará la tráquea, nariz y boca. Un despilfarro irónico según esta aproximación al problema. Tomar grandes cantidades de humo en vez de maximizar el consumo consigue justo lo contrario.
Además, mantener la respiración y sentirse mareado, más que aumentar los efectos de la marihuana, parece ser una consecuencia de la privación de oxígeno.
Existen varias técnicas para asegurar que todos los cannabinoides presentes en el humo de tu cigarro, pipa o vaporizador alcancen plenamente el cerebro. Fumar suavemente en cada calada y acompañar con una tranquila inhalación de aire al final de la misma asegurará que tus pulmones se llenen completamente sin exceder la cantidad de cannabis que tu cuerpo puede asimilar.
A continuación, lo ideal sería dejar que esa primera dosis alcanzara el cerebro con tranquilidad. Un minuto de pausa y relajación en el que el THC consigue activar su psicoactividad antes de la segunda calada pueden garantizarte una plena y satisfactoria experiencia en vez de un consumo ávido.
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La foto principal de este artículo es propiedad de Ashton
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