- Con su volumen de 3.500 millones de dólares anuales, la industria de la marihuana en Estados Unidos tiene que afrontar una de las mayores facturas energéticas del país.
En Colorado, uno de los estados donde el consumo ya es legal, las más de 1.200 instalaciones con licencia para cultivar son responsables de casi la mitad de la nueva demanda de energía. Y es solo uno de los datos a tener en cuenta que ha recogido en un estudio el científico Evan Mills, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley en California.
Las cosechas de interior y un equipamiento anticuado son las principales causas de esta circunstancia, algo que los empresarios del cannabis tendrán que afrontar en los próximos meses para seguir siendo competitivos.
En un cultivo de estas características, la atmósfera del invernadero se ha de calibrar para que imite de la forma más precisa posible las condiciones ideales de un entorno abierto. De esta forma, los cultivadores pueden recoger varias cosechas en un año.
Conseguirlo implica utilizar cientos de luces que generan mucho calor y que hacen necesarios, también, ventiladores muy potentes. Sumando el resto de la maquinaria a la ecuación, el consumo energético de una instalación de estas características puede alcanzar los 5.000 dólares mensuales.
Los problemas que podrían derivarse van más allá del dinero. Sin una política de eficiencia y máquinas adecuadas, las instalaciones de los 23 estados donde la marihuana es legal (sin contar con aquellos que la legalizarán próximamente) podrían convertirse en responsables de un volumen de emisión de gases de efecto invernadero similar al de todas las viviendas, negocios y automóviles de New Hampshire juntos.
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