Donald Trump y la marihuana: ¿es el nuevo presidente de Estados Unidos una amenaza para la legalización?

En noviembre de 2016, y contra la mayoría de los pronósticos, Donald Trump se convertía en presidente de los Estados Unidos. Con su victoria, sectores como la tecnología y la sanidad se mostraban preocupados ante sus posibles medidas, algunas de las cuales, como la anulación del Obamacare o el anuncio de políticas más restrictivas de inmigración, no se han hecho esperar. Pero, ¿qué hay del mundo cannábico? ¿Qué significa el nuevo presidente estadounidense para la industria de la marihuana?

Con Trump, y como en muchos otros temas, no se puede decir que la respuesta esté totalmente clara. En primer lugar, es necesario echar un vistazo a algunos de sus nombramientos. El antiguo senador republicano Jeff Sessions, ahora fiscal general, es un fiero opositor a la legalización. De hecho, en una ocasión llegó a decir que "las buenas personas no fuman cannabis" Asimismo, también comentó que aprobar leyes que permitían su consumo era un "error trágico" y que la marihuana "no es el tipo de cosa que debería ser legalizada". No está solo en sus prejuicios. John Kelly, marine retirado y ahora jefe del Departamento de Seguridad Nacional tras ser designado por Trump, también ha sido un firme opositor a la despenalización del uso de la hierba. Y Tom Price, el nuevo Secretario del Departamento de Salud y de Servicios Sociales tiene asimismo un historial lleno de críticas al cannabis.

Esta firme oposición de una buena parte de su gabinete, y especialmente de su fiscal general, podría complicarle la vida a los 28 estados que, junto al Distrito de Columbia, ya tienen algún tipo de legislación que permite los usos terapéuticos o recreativos o que han votado a favor de crearla. Hay que recordar que, a nivel federal, el cannabis aún se considera una droga y se incluye en la misma categoría que otras sustancias como la cocaína o la heroína. Así, y aunque la política de la Administración anterior, con Obama a la cabeza, fue permisiva con los estados, este nuevo gabinete podría empezar a recordar a los fiscales que la marihuana sigue siendo ilegal según la jurisdicción nacional.

Esto opina el nuevo presidente

Sin embargo, y aunque el punto de vista de una buena parte de su gabinete parece estar claro, lo difícil es establecer la postura del Propio Donald Trump con respecto a la planta. El empresario ha ofrecido declaraciones contradictorias a lo largo de la campaña y ha moderado su punto de vista que, hace unos años, era totalmente prolegalización. Aun así, y al diseccionar sus intervenciones, parece que no tiene intención de comenzar una guerra contra la despenalización del cannabis.

Recientemente, el actual presidente comentó que la aprobación del uso recreativo no era una buena idea: "Yo diría que es malo. La marihuana medicinal es otro tema, pero creo que es mala y tengo una opinión sólida al respecto", afirmó. Sin embargo, ante la siguiente pregunta del periodista, en la que le consultaba sobre la legislación en los distintos estados, el expresentador de 'El aprendiz' concretó que "si votan por ello, votan por ello", dando a entender que cada territorio puede tomar sus propias decisiones al respecto.

No es la única vez que se ha pronunciado en este sentido. Hace un año, durante un evento en Nevada (uno de los estados en los que se estaba debatiendo la posible aprobación recreativa, que terminó ganando en las urnas), Trump lanzó el mismo mensaje: "En términos de legalización de la marihuana, creo que es un asunto de estados, estado por estado", explicó. De esta forma, parece que el presidente está a favor de dejar que la legalización siga su curso. Pero su postura no es tan favorable como lo fue en los 90. "Estamos perdiendo la guerra de las drogas. Y para ganar tienes que legalizarlas. Tienes que quitarle los beneficios a estos zares de las drogas", afirmaba entonces, ampliando también a otras sustancias la necesidad de legalización.

Lo que sí que está claro, al menos por sus escasas declaraciones al respecto y aunque no lo incluyera en su programa de forma oficial, es que está a favor de la marihuana para uso terapéutico. "Yo creo que la marihuana medicinal debería utilizarse, ¿verdad? ¿No estáis de acuerdo? Yo lo creo", comentó en una entrevista en 'The Washington Post'. Asimismo, en otra intervención en la cadena Fox también concretó que estaba "un cien por cien a favor de la marihuana medicinal". "Conozco a gente que tienen problemas y ellos… a ellos realmente le ayuda", añadió.

Una guerra poco probable

Con este panorama mixto, con un gabinete protagonizado por figuras en contra de la regulación y con un presidente que parece inclinarse por la opción de dejar que los estados legislen, ¿qué es lo que le espera a la industria del cannabis? Según los expertos la respuesta parece clara: continuar con su avance. "Sería una grave ofensa a los votantes ", explica Amanda Reiman, de la Drug Policy Alliance. En noviembre, mientras Trump era elegido, ocho estados acudían a las urnas para votar. Con cada vez más territorios aprobando el consumo y con una opinión pública a favor, comenzar una guerra contra la marihuana sería nadar a contracorriente. De hecho, según los últimos datos, el apoyo a la legalización total de la marihuana alcanza ya el 60 %. En el caso de la medicinal, los porcentajes de aprobación rozan casi el 90 %. Por ello, parece poco probable que el presidente vaya a tomar un rumbo diferente.

A esto se suma que no parece que la política cannábica se convierta en una de las prioridades de su Gobierno. "Ha hablado de cambiar políticas federales a casi todos los niveles posibles", explica Mason Tvert, del Marijuana Policy Project, "pero nunca ha dicho nada sobre la forma en la que el Gobierno está manejando las leyes de marihuana de los distintos estados". Una comprobación de su Twitter para localizar mensajes sobre marihuana arroja cero resultados, todo un indicador, sobre todo después de que el presidente haya elegido esta red social como altavoz oficial de su discurso.

Otros asuntos, comprobados en forma de palabras como 'inmigración', incluyen más de cien tuits. Además, que decidiera oponerse a los pasos dados por las distintas regiones le traería problemas no solo con los defensores de la planta sino con aquellos votantes más libertarios, muchos de ellos republicanos, que apoyan la capacidad de decisión y libertad de los territorios.

Los impuestos cannábicos

El último de los factores que hacen pensar que Trump no interrumpirá el curso de la legalización verde es el dinero. Por un lado, emprender una guerra con la marea cannábica le supondría un gran desembolso. Por otro, la despenalización del consumo le va a reportar a las arcas públicas cada vez más dinero. Con unas ventas que ya alcanzan los 67.000 millones de dólares -unos 63.000 millones de euros- en los Estados Unidos, una gran parte de esas cifras se traducen en impuestos. Colorado, por ejemplo, recaudó 135 millones de dólares -127 millones de euros- en tributos al cannabis en 2015 y empleó a 18.000 trabajadores a tiempo completo en la industria. Washington, por su parte, se cobra un 37 % en impuestos de todas las ventas de marihuana recreacional.

Teniendo todo esto en cuenta, y aunque la marihuana no ha protagonizado la campaña ni los primeros meses de Trump, el conservadurismo del presidente con la legalización recreativa de la planta no debería suponer un problema y, si todo sigue por el mismo camino, la industria del cannabis y los derechos de los consumidores seguirán creciendo imparables en el país americano. Aunque con Donald Trump, nunca se sabe.