- Las técnicas de cultivo orgánico eliminan de la receta los químicos de origen artificial, como fertilizantes y pesticidas, para apostar por los aditivos naturales y los microorganismos que descomponen la materia orgánica.
- El compost y otros preparados aportan los nutrientes necesarios a la cosecha, mientras bacterias y hongos los dejan disponibles para las plantas. Sin embargo, hay un paso más allá: en los cultivos orgánicos veganos, además, no se utiliza ningún compuesto de origen animal.
- Cada vez son más los ‘breeders’ que abogan por este método que produce plantas con aromas y sabores muy intensos.
Las plantas de marihuana crecen en la Tierra desde hace más de 10.000 millones de años. Antes de la aparición del hombre, lo hacían sin ninguna ayuda. Cuando este comenzó a cultivarlas para su propio consumo, realizaba las siembras al aire libre. Sin embargo, con la llegada de los métodos de cultivo extensivo y las prohibiciones que obligaban a los amantes del cannabis a ocultarse, se extendieron las plantaciones de interior y la adición de compuestos químicos para aumentar el rendimiento y evitar plagas dañinas.
Afortunadamente, con estos cambios llegó también el concepto de cultivo orgánico, una filosofía iniciada por quienes decidieron rechazar el uso de cualquier aditivo artificial para cuidar a sus plantas. Uno de sus defensores actuales es George Van Patten, más conocido por su pseudónimo, Jorge Cervantes, con el que ha firmado sus libros 'Indoor Marijuana Horticulture: The Indoor Bible' y 'The Cannabis Encyclopedia'.
Los más de 30 años de experiencia de Van Patten en el mundo de la marihuana le han convertido en un experto en el laboreo, un conocimiento que comparte con el público tanto en sus libros como en los vídeos que presenta en su página web. Precisamente en la enciclopedia, la última de sus publicaciones, habla sobre los cultivos orgánicos. "Los principales factores que caracterizan un cultivo orgánico son la materia orgánica, el suelo mineral y los seres vivos", explica Van Patten a Dinafem.
Uno de los primeros en pensar en este concepto fue Jeff Lowenfels, un cultivador y abogado estadounidense cuya estrategia giraba en torno al ciclo natural de las plantas y los microorganismos que forman parte del ecosistema del suelo. Según Lowenfels, un suelo sano está lleno de vida, no sólo de gusanos e insectos, sino de una multitud de bacterias, hongos y vida microbiana cuyas interacciones crear un entorno propicio para el crecimiento de la planta. Así es como se saca el máximo partido de un cultivo: aprovechando los recursos existentes en la naturaleza, porque todo lo que necesitamos para crear un equilibrio perfecto está justo delante de nosotros.
Sin embargo, en los cultivos de interior modernos, el suelo se cambia cada cosecha para acelerar el ciclo de crecimiento de las plantas, con lo que la cadena trófica del sustrato (el conjunto de seres vivos que se alimentan en la tierra) se ve interrumpida. Por otro lado, en los cultivos hidropónicos, el agua se enriquece con nutrientes y, una vez desechada, traspasa todos los compuestos y las sales sobrantes al agua, trastocando su ciclo natural.
Las técnicas de cultivo orgánico suponen una alternativa a todos estos perjuicios tanto para las plantas de cannabis como para el medio ambiente. Ya se realicen en interior o en exterior, las plantaciones cuidadas de manera ecológica, sin abonos químicos ni pesticidas, producen unas semillas y hojas con interesantes propiedades: "¡El cannabis cultivado orgánicamente tiene absolutamente el mejor sabor y aroma!", exclama Van Patten sin dudarlo. "Es tan potente como cualquier variedad de marihuana que crece en el interior", añade.
Una de las primeras cuestiones para tener en cuenta a la hora de adoptar este método es el suelo. En este sentido, suele aludirse al 'supersustrato', un medio de cultivo que se modifica (siempre con componentes naturales) para que aporte a la marihuana todo lo que necesita con el fin de crecer y sin necesidad de fertilizantes. Aunque se venden mezclas ya preparadas, puede elaborarse con ingredientes como paja, turba, humus de lombriz, harina de sangre, harina de hueso y otros productos naturales como el guano de murciélago (indicado para la época de floración), según los requerimientos de la variedad.
La tierra enriquecida naturalmente aporta a las plantas, además de los elementos esenciales (como el nitrógeno, el fósforo y el calcio), oligoelementos que pueden proporcionar beneficios adicionales. En estas pilas de compostaje florece la tan beneficiosa vida microbiana, creando una extensa y compleja red biológica que se basa en el diseño perfecto, aunque frágil, de la naturaleza.
Y más allá de la parte puramente química, los microorganismos juegan un papel fundamental en los cultivos orgánicos. Los sustratos orgánicos constituyen el medio perfecto para que se desarrolle un ecosistema vivo complejo, rico en bacterias, hongos, gusanos y otros organismos que descomponen la materia: aumentan la disponibilidad de nutrientes, fomentan la fijación de nitrógeno, la retención de agua y previenen las enfermedades de las raíces.
Una opción para enriquecer el suelo con estos beneficiosos habitantes es utilizar té de compost orgánico, que sustituye a los abonos líquidos. Para conseguirlo, es necesario macerar el compost durante dos o tres días en agua y remover la mezcla con el objetivo de producir oxígeno. Y como en los cultivos tradicionales, no puede faltar el control del pH del sustrato. La utilización de abonos líquidos orgánicos suele conllevar un incremento de este, que algunos cultivadores compensan añadiendo a la mezcla 'Lactovacilus acidofilus', limón o vinagre de manzana.
Un paso más: el cultivo orgánico vegano
Pero aún es posible ir un poco más allá en los métodos ecológicos: "El cultivo vegano es el paso lógico después del orgánico", afirma Adam Orenstein (su pseudónimo es Kyle Kushman), un popular 'breeder' especializado en esta práctica. Como bien explica Orenstein en su web, el cultivo vegano exige eliminar de la receta, además de todos los aditivos artificiales y la manipulación genética de las variedades, cualquier compuesto que provenga de los animales: ni guano de murciélago ni cualquier otro tipo de estiércol animal.
El concepto de cultivo vegano se extendió en los años 40 de la mano de un grupo de horticultores estadounidenses que querían probar que se podían producir cosechas sanas sin necesidad de utilizar residuos animales, que consideraban perjudiciales para la salud de las plantas y las personas. "Las heces de algunos carnívoros pueden transmitir enfermedades a través de la tierra y los residuos de las plantas", explica Van Patten.
"La clave del cultivo orgánico vegano es el suelo: debe estar repleto de microorganismos beneficiosos y hongos", advierte por su parte Orenstein. Y prosigue: "Solo de esta forma puedes asegurarte de que todo lo que añades permanece 100 % disponible".
El método se basa en el uso de tés de compost y microorganismos y abonos vegetales de diferente composición según el estado de la planta. Durante el periodo de crecimiento se aconseja añadir residuos ricos en nitrógeno, como los derivados de la alfalfa, ortiga o algas marinas. Por el contrario, durante la etapa de floración son más adecuadas las raíces de bardana, ruibarbo y boniato.
Con el fin de que el ecosistema de microorganismos se mantenga saludable es necesario aportarle el oxígeno que necesitan para que transformen los residuos orgánicos en nutrientes, lo que se consigue asegurando la aireación del sustrato. Por otra parte, la adición de ácido húmico favorece la absorción de nutrientes por las plantas; sin embargo, puede afectar al pH. Aunque en el cultivo vegano aumenta el rango de pH en el que están disponibles los nutrientes (entre 5,5 y 7), hay que hacer mediciones esporádicas y realizar algunas compensaciones, sobre todo cuando se acerca la mitad del ciclo de floración.
Orenstein explica que pueden comprarse productos de calidad siempre que hayan sido certificados por organismos como el Organic Materials Review Institute (en Estados Unidos y Canadá) como aptos para el cultivo orgánico vegano (solo de origen vegetal). Así que si quieres cuidar el medio ambiente y dejar de usar productos derivados de los animales, además de obtener una cosecha de calidad, anímate a probar este método que ya recomiendan muchos de los cultivadores más experimentados. "Llevo muchos años cultivando marihuana orgánicamente y siempre seguiré haciéndolo", sentencia Van Patten.
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