- Las semillas de marihuana son un producto que debemos debemos conservar en las mejores condiciones para evitar que sufran el más mínimo desperfecto.
- Al tratarse de un organismo vivo, deberemos seguir una serie de pautas a fin de que lleguen en buen estado hasta el momento de plantarlas.
- De lo contrario, en caso de que las condiciones de luz, humedad y temperatura no sean las adecuadas, puede resentirse su capacidad de germinación.
Es el principio de todo. Del cuidado que tengamos con nuestras semillas de marihuana dependerá no solo cómo crezcan nuestras plantas sino también el resultado final de la cosecha. Al tratarse de un producto natural y que luego debe desarrollarse, las condiciones en que se conservan repercutirán en su comportamiento posterior. Así, aunque las semillas de marihuana sean fuertes y autónomas, si no queremos que a la hora de plantarlas surjan contratiempos indeseados, deberemos tomar algunas medidas de preservación.
Temperatura de conservación: 6°C/Temperatura de germinación: 24°C
Apunta estos dos límites para calibrar el rango térmico en el que te mueves. Hay que tener siempre presente que la temperatura ideal para conservar las semillas está en torno a los 6º y 8º C. De ahí que los más expertos cultivadores tengan un frigorífico solamente para este cometido, donde las bajas temperaturas se mantengan de forma constante. Ocurre lo mismo con la humedad: si no queremos que nuestras semillas sufran ningún deterioro es recomendable guardarlas en lugares con humedades relativas alrededor del 20-30 %.
Para conservar nuestras semillas en un lugar frío solo tendremos que hacerles un pequeño hueco en el frigorífico de casa (si es No-Frost y en alguno de los cajones de las verduras y frutas, mucho mejor); conseguir que este mismo rincón sea lo suficientemente seco para su correcta conservación será algo más complicado.
Control de humedad por micro conservación en tubos Eppendorf
Con el fin de mantener la humedad a un nivel bajo, lo ideal es tener a mano unos recipientes que puedan sellarse. Las semillas a granel pueden envasarse inmediatamente en grandes frascos de vidrio con gel de sílice en el interior. A estos botes herméticos se les puede añadir un termohigrómetro con una puntuación de registros mínimos y máximos, para ser conscientes del cambio en la temperatura y la humedad producida en el interior de los frascos.
Pero para una cantidad menor de semillas una opción muy recomendable será utilizar los tubos Eppendorf, un material estándar de laboratorio utilizado para muestras líquidas en los que servimos las semillas a nuestros clientes. Se trata de unos pequeños recipientes cilíndricos con un fondo cónico, hechos de polipropileno resistente y con una tapa que permite cerrar herméticamente el envase.
En Dinafem fuimos pioneros en implementar este formato para el envasado de nuestras semillas, garantizando que están protegidas de posibles roturas y de la influencia de la temperatura y la humedad externa. Con este método de micro conservación los envases llenos de semillas se protegen individualmente, de manera que aunque haya variaciones en la atmósfera exterior, dentro del envase las condiciones de humedad son constantes.
Para lograrlo, añadimos pequeñas perlas de gel de sílice al interior del tubo, separándolas de las semillas por un pequeño trozo de espuma, de manera que aunque aumente la humedad exterior, o varíe la temperatura, tenemos la seguridad de que el aire está totalmente seco en el interior. El tapón del Eppendorf es una garantía de que no entra humedad, pero además el gel de sílice también garantiza completamente que si entrara por accidente, sería absorbida inmediatamente por este material.
No obstante, si no disponemos de uno de estos recipientes, siempre podremos utilizar unos botes de plástico opacos y herméticos, que cumplirían también con este cometido. En su interior, junto a las semillas, es aconsejable guardar arroz seco o algunos cristales de sílice, aunque separados de ellas por medio de un algodón o un papel. Estos elementos serán los encargados de absorber la humedad relativa del ambiente, que según el lugar puede estar en torno al 30% o superior.
Todavía no es el momento de dar a luz
En este sentido, no debemos olvidar que la luz es otro de los condicionantes que influyen directamente en la germinación de las semillas. Por lo tanto, tendremos que intentar evitar que cualquier foco las ilumine. En caso de que ocurra algo así, pueden perder gran parte de su capacidad para germinar. Por eso en Dinafem nuestros tubos Eppendorf los introducimos en cajas metálicas opacas, que protegen a las semillas de la luz y de posibles aplastamientos en su transporte o manipulación.
Si cumplimos estos preceptos, podremos conservar semillas durante varios años. Y si las condiciones de conservación son ideales, podemos encontrar semillas que duren más de una década en buenas condiciones hasta el momento en que decidamos cultivarlas.
Etiquetar las distintas variedades, clave para diferenciarlas
Puede parecer una obviedad, sin duda, pero no debemos pasar por alto el momento de etiquetar las distintas variedades que tengamos. Una vez guardemos en sus recipientes las semillas solo podremos abrirlas para sacarlas y cultivarlas. No resulta aconsejable abrir y volver a cerrar el recipiente porque, en ese breve lapso de tiempo, todas las semillas que no utilicemos dejarán de estar en las condiciones adecuadas en que se encontraban. Las oscilaciones tanto en la temperatura como en la humedad pueden ser perjudiciales para ellas.
No resulta aconsejable abrir y volver a cerrar el recipiente
Etiquetar las variedades que tengamos es aún más indispensable si no podemos verlas. Esto podría ocurrir si, por ejemplo, seguimos los consejos de algunos cultivadores, que indican a los más inexpertos guardar las semillas en los tubos de los carretes que utilizan las cámaras analógicas. En casos como este, bastará con poner una pequeña etiqueta y apuntar con un lápiz el nombre de la variedad que contenga cada tarro que, a su vez, deberemos conservar en el interior de un táper, para así evitar que se deteriore el contenido.
Otros consejos de conservación
Si nuestra intención no es guardar durante mucho tiempo las semillas, sino que pretendemos plantarlas y cosecharlas cuanto antes, quizá no sea necesario robar sitio en la nevera a las frutas y las verduras. Hay quien recomienda guardar los granos en un armario situado en un lugar oscuro de la casa, donde la luz natural del día no le afecte demasiado, para que así se mantenga seco y, más o menos, frío. Este rincón puede ser una buena alternativa siempre y cuando tengamos pensado cultivar pronto.
Pero ya optemos por guardar las semillas en un frigorífico o en algún otro lugar oscuro de casa, tendremos que prestar atención a otros riesgos que existen. Por esto mismo, como muchos experimentados cultivadores advierten, debemos secar las semillas correctamente y dejarlas en el grado de humedad adecuado si no queremos que aparezca moho en el interior de los recipientes. Para evitar que esto ocurra, además de secar adecuadamente las semillas, es conveniente utilizar siempre gel de sílice para su conservación.
Algunos posibles peligros
Otro de los factores que puede dar al traste con todo el esfuerzo son los insectos. Basta que uno se cuele en un bote para hacer inservibles todas la semillas que había en su interior. Para que esto no ocurra, es aconsejable esparcir tierra de diatomeas en el lugar donde las almacenemos. La tierra de diatomeas es una arena a base de algas fosilizadas, inerte y no tóxica, que actúa de impagable insecticida natural. Si las guardamos en la nevera con otros alimentos, no será este un buen lugar para esparcir este tipo de sustrato. Sin embargo, si tenemos un frigorífico destinado a este cometido o un simple armario, sí que podremos emplear este truco.
Por otra parte, si alguno de los recipientes donde depositemos las semillas se queda abierto y, por alguna circunstancia, un roedor se cuela en casa, las consecuencias pueden ser dramáticas. Para nosotros y nuestra cosecha, claro está, porque el animal se dará un buen festín a nuestra costa. De ahí que, entre otras cosas, algo tan sencillo como poner en un lugar elevado los tarros pueda ser una buena alternativa para evitar males mayores.
Son muchos los factores para tener en cuenta a la hora de conservar las semillas de marihuana. No solo basta con atender a la temperatura, la luz y la humedad, que pueden acabar por afectar a su capacidad de germinación: si lo normal es que germinen en 48 o 72 horas, de haber estado guardadas en malas condiciones podrían llegar a tardar hasta 6 o 7 días. O incluso no llegar a hacerlo nunca. También hay que atender a otros agentes externos que, sin nosotros saberlo, acaben chafándonos la próxima cosecha o la que habíamos planeado para algún tiempo después.
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