- Los cannabicultores se plantean muchos interrogantes cuando dan sus primeros pasos en el cultivo de marihuana. ¿Qué tipo o tamaño de maceta elegir? ¿Qué tipo de sustrato utilizar? ¿Qué fertilizante o estimulante aplicar? Y un largo etcétera.
- Pero hay un tema importante, que aún suele resultar más complicado para los que empiezan; el riego.
- Hemos recibido muchas solicitudes de información en relación a este tema en nuestro departamento técnico, y, por ello, hemos decidido escribir este artículo en el que te damos las claves para realizar el riego manual de un cultivo de marihuana de forma fácil y eficaz.
El riego de las plantas de marihuana es todo un arte. Puede parecer una exageración, pero es cierto, y más sabiendo la incidencia directa que tiene sobre la calidad y la cantidad de la cosecha.
Los nuevos cultivadores nos suelen preguntar qué cantidad de agua o de solución nutritiva tiene que utilizar para regar las plantas. Por supuesto, podemos ayudarles y orientarles, no obstante, existen muchos factores que influyen y que son variables cuando se lleva a cabo esta labor, tanto para la conservación como para el desarrollo del cultivo, lo que nos limita a la hora de nuestro asesoramiento.
Los principales factores que influyen en este ámbito son el clima del lugar en el que se sitúa el cultivo, el tamaño de la maceta, la capacidad y el tipo de sustrato, así como características ligadas directamente a la variedad cultivada y al fenotipo de la genética. Así que, realmente, no es algo sencillo.
Cuando se cultiva marihuana con semillas hay que tener en cuenta la variación fenotípica, lo que implica que se pueden encontrar plantas de una misma variedad con rasgos estructurales o de otro tipo que varían significativamente de una planta a otra. Por lo tanto, las necesidades alimenticias son diferentes, y lo más importante es saber adaptarse a la situación concreta de cada caso.
El clima
Tanto en interior como en exterior, el clima es un factor fundamental a tener en cuenta para realizar el riego manual correctamente. Durante el ciclo completo de vida de la planta, hay que observar de cerca el clima de la zona en la que se encuentra el cultivo, o las condiciones climáticas (temperatura y humedad) del espacio de cultivo de interior.
En exterior, las precipitaciones y las temperaturas fría, podrían poner en peligro el inicio del cultivo, ralentizando el crecimiento de las plantas y atrayendo la aparición de hongos e insectos. En interior, el impacto es menor, pero el resultado casi similar.
Sea cual sea el entorno, hay que estar muy atento a las fluctuaciones de las temperaturas y de los niveles de humedad durante el día y la noche.
Estos valores son los primeros indicadores concretos que te informarán directamente sobre las necesidades reales de las plantas. Por ello hay que realizar un seguimiento exhaustivo y saber interpretar los datos.
Si cultivas en un ambiente caluroso, sería una buena opción colocar paja sobre la superficie del sustrato. También se pueden mezclar directamente con la tierra fibra de coco, o perlita, ya que favorecen la retención de agua y evitan su evaporación. De esta forma, el efecto del riego será más duradero, y se evitarán carencias hídricas y el posible estrés asociado a la falta de agua.
Cuando se acerca el momento de la cosecha, generalmente en el otoño, si llueve mucho, habrá que regar con menor frecuencia para evitar problemas fúngicos (botrytis, mildiu, oídio, etc). Como ya hemos comentado, hay que saber adaptarse a cada situación…
Tamaño de la maceta y cantidad de sustrato
El tamaño de la maceta es un factor directamente ligado a la cantidad del sustrato. Cuanto más grande es la maceta, las necesidades de agua o de solución nutritiva son más altas. Si tenemos en una maceta grande (25 a 40 L) una planta joven o pequeña, con 1 o 3 semanas de crecimiento, sus necesidades de agua serán bastante escasas en este periodo.
Con lo cual, en esta fase, habrá que regar con poca frecuencia, probablemente una vez por semana, siempre dependiendo del clima de la zona. Con el paso del tiempo las plantas irán creciendo, y sus necesidades de agua y nutrientes irán aumentando.
La fase primaria de riego se puede hacer complicada para los nuevos cultivadores, por eso no hay que olvidar estos sencillos consejos. Es muy frecuente que los cultivadores sin experiencia tengan dificultades en realizar una lectura objetiva a este nivel.
Lo que sucede a nivel técnico en el caso anterior es que el oxígeno presente en el sustrato es escaso. Por ello, las raíces de la planta se asfixian y los procesos de metabolización no se producen correctamente, y, en consecuencia, el desarrollo de la planta se ralentiza.
Hay que estar muy atento, ya que si en esta fase el sustrato permanece saturado durante mucho tiempo, las raíces podrían pudrirse y generar problemas con hongos como el fusarium.
Ante estos problemas nos encontraremos con plantas pequeñas y feúchas (hojas deterioradas, arrugadas, decoloradas, y con manchas). Cuando las plantas alcanzan entre 70 cm y 1 m, los errores son más tolerables, ya que la capacidad de absorción aumenta significativamente y el riego se regula con mayor facilidad.
La elección del sustrato influye directamente en las necesidades de agua, porque, por ejemplo, la fibra de coco es más ligera, más aireada y menos densa, y se seca más deprisa que la tierra. La tierra tiene mayor densidad, y es más pesada y compacta, se seca más despacio y su nivel de retención es más alto.
En resumen diremos que lo correcto es aportar una cantidad de agua coherente con el clima, con el tamaño de la planta y con la cantidad de sustrato.
Tamaño de la planta
Cuanto más pequeña es la planta, más reducidas son sus necesidades de agua. Por el contrario, cuanto más grandes son las plantas, las necesidades de agua o de solución nutritiva son mayores.
En cualquier caso hay que aplicar la lógica, pero, una vez más, hay que tener muy presente el clima en el que evoluciona el cultivo de marihuana, así como las particularidades y necesidades específicas de cada tipo de planta.
Sobre todo, hay que evitar la saturación de agua en el sustrato durante las 3 primeras semanas de crecimiento, en caso contrario, quedaría limitado desde el inicio el tamaño y la capacidad productiva de la planta. Además, se debilitaría su sistema inmunitario, lo que provocaría que las raíces se pudriesen y la aparición de patógenos.
Después de 3 a 4 semanas de crecimiento, las cosas se pueden evaluar con mayor facilidad, y es más sencillo estimar la cantidad de riego para cada fase. Aportar la cantidad adecuada de riego es la mejor opción para obtener plantas bien desarrolladas y sanas. Las variedades de marihuana automáticas, no soportan nada bien el excedo de agua, y las variedades feminizadas lo toleran un poco mejor, no obstante, lo ideal es evitarlo.
Enraizamiento
En general, las semillas de marihuana de calidad muestran un desarrollo bastante lineal, con una evolución homogénea, bien secuenciada a nivel cronológico, de las distintas fases de cultivo.
No obstante, algunas variedades que se cultivan a partir de semillas, cuyos rasgos genéticos varían según el fenotipo específico, muestran un ritmo de crecimiento variable de sus raíces. Esto no significa que una planta se haya cultivado con mayor acierto que otra, se trata simplemente de que cada una encierra un fenotipo con sus propias singularidades.
Esto influye directamente en el tamaño de la estructura de la planta, por lo que unas serán diferentes de otras. Muchos cultivadores noveles piensan que la planta tiene un problema o que algo no va bien, pero no es así, lo único que hay que hacer es adaptar el suministro de agua y de nutrientes al tamaño de la planta. No se puede cambiar el destino, lo único que se puede hacer es ofrecer una nutrición coherente a su fisionomía y a sus necesidades naturales.
Principios básicos para realizar el riego de forma correcta y sencilla
- Regar las plantas de marihuana por la mañana, en exterior, y antes de que se enciendan las bombillas, en interior. Si se riega durante el día, las raíces podrían "cocerse" y las hojas podrían quemarse. Si se riega por la noche, podría aumentar el nivel de humedad significativamente, lo que provocaría la aparición de enfermedades e insectos.
- Llena dos macetas del mismo tamaño con la misma cantidad y el mismo tipo de sustrato. Riega una de las macetas con la cantidad de agua o de solución nutritiva adecuada a la maceta, cógela con las manos y memoriza su peso. Luego memoriza el peso de la maceta seca. El peso de las dos macetas será tu referencia para saber cuánto pesa una planta seca y una planta recién regada, y te servirá para saber en cada momento si la planta necesita agua. En poco tiempo, con solo coger la maceta entre tus manos, sabrás cuales son las necesidades de agua, y en un futuro, a base de experiencia, serás capaz de hacerlo casi de forma automática.
- También se puede utilizar un medidor de humedad del sustrato, pero el método anterior es lo que se suele hacer más a menudo los cultivadores.
- Para evitar un shock térmico, que podría estresar a la planta, utiliza agua a la temperatura ambiente del espacio de cultivo.
- No esperes a que las hojas estén mustias, es sin duda, la señal de una carencia hídrica. Utiliza el método de evaluación de pesado manual que hemos mencionado, puede ser tu mejor aliado.
- Mezcla los fertilizantes, estimuladores, etc, antes de medir el pH y el EC de la solución nutritiva. Hoy en día, los fertilizantes para el cultivo en tierra no necesitan que se mida el pH porque se trata de un sustrato tampón. No obstante, en este caso, hay que medir el valor inicial del agua.
- Si utilizas medidores de pH o de EC es necesario calibrarlos cada 3 o 5 días. Si no lo haces, los valores no serán correctos y las consecuencias podrían ser nefastas. También es necesario limpiar el medidor después de cada uso para eliminar los restos en la sonda.
- No conservar una solución nutritiva más de 24 horas. Lo ideal es prepararla y utilizarla inmediatamente. Para evitar alteraciones térmicas, lo mejor es guardar los fertilizantes en un lugar con condiciones climáticas estables, con una temperatura y un nivel de humedad moderados. No es conveniente guardar los fertilizantes durante mucho tiempo. Lo mejor es abastecerse de una cantidad que se ajuste a tus necesidades reales en cada ciclo de cultivo. Si al abrir una botella que ya se ha utilizado, observas un fuerte olor, parecido al olor del amoniaco, no la utilices. Significa que el fertilizante está degradado e inutilizable.
- Además de estos sencillos e importantes consejos, hay que tener en cuenta los 4 puntos que hemos tratado en este artículo.
¡Feliz riego y buen cultivo!
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