Esta casa huele a 'ganja': el cemento de cannabis llega a las viviendas

Cuando contemplaba los daños causados en los hogares de Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina o los de Haití después del devastador terremoto que sacudió el país, James Savage se dispuso a buscar nuevos y resistentes materiales de construcción.

Analista de Wall Street por aquel entonces, Savage llegó a la conclusión de que el cannabis podía tener otros usos más allá del consumo con fines recreativos o medicinales. Por eso, al construir su propia casa de campo en Nueva York ha utilizado 'hempcrete', un cemento fabricado a partir de la mezcla de fibra de cáñamo, agua y cal, que proporciona un aislamiento natural hermético a la vez que transpirable, flexible y prácticamente ignífugo. Ahora, Savage ha creado su propia empresa de materiales a base de cáñamo, Green Built.

Este emprendedor no es el único que cree que el cáñamo contribuye a una nueva forma de construcción ecológica. Ken Anderson es propietario de Original Green Distribution, una compañía de Minneapolis (en el estado de Minnesota) que produce su propio cemento, Hempstone. "Puedes fumar un poste de teléfono de nuestra sustancia y no acabar fumado", ha explicado este empresario, ya que Hempstone solo incluye 0,3% de THC, mientras que las variedades usadas para el consumo humano contienen entre un 5 y un 10%. "Es similar a la diferencia entre un lobo y un caniche", explica Savage gráficamente.

En realidad, el uso de cáñamo como material de obra no es ninguna novedad: tuvo especial auge en la década de los 80 en Francia, donde hay cientos de edificios levantados con 'hempcrete'. En Reino Unido o Alemania también hay construcciones en las que se ha utilizado este cemento.

La creciente popularidad de la marihuana en Estados Unidos tras su legalización en Oregón, Alaska, Washington y Colorado podría ser el empuje definitivo para que el cemento de cannabis se explote más en el país. De momento, la materia prima es importada: el año pasado, Canadá envío cáñamo por valor de 600 millones de dólares (541 millones de euros) a las empresas estadounidenses.