- En un cultivo de marihuana entran en juego aspectos de vital importancia. Se trata de la iluminación, la ventilación, la calidad del sustrato y la alimentación.
- La alimentación es, sin lugar a duda, uno de los asuntos más delicados, y solo los cultivadores con mucha experiencia son capaces de dominar este aspecto con maestría. No es tarea fácil detectar a tiempo, a través de una lectura visual del estado de las plantas, las carencias o excesos de fertilizantes.
- En este artículo te explicamos cómo identificar de un simple vistazo las carencias y los excesos de fertilizantes de los principales elementos nutritivos presentes al cultivar plantas de marihuana.
Cómo detectar las carencias y los excesos de abonos en un cultivo de marihuana
Nutrientes primarios o macronutrientes
El nitrógeno (N) (elemento móvil): es un elemento fundamental para el crecimiento de la planta de marihuana. Es el responsable directo del desarrollo vegetativo (hojas y tallos), facilita la producción de clorofila, y juega un papel clave en el proceso de fotosíntesis de la planta.
- Carencias de nitrógeno: las hojas más viejas, situadas en la parte inferior de la planta, adquieren un color amarillento, y posteriormente disminuye el crecimiento general de la planta. Al tratarse de un elemento móvil, la planta es capaz de obtener el nitrógeno de las zonas de la planta con excedente y utilizarlo en las zonas en las que exista una carencia. Para resolver una carencia de nitrógeno basta con regar la planta con un fertilizante rico en nitrógeno y ajustar el pH de la solución nutritiva. Una vez suministrado el fertilizante rico en nitrógeno, la planta recuperará enseguida su color y su vigor.
- Exceso de nitrógeno: las hojas adquieren, de forma paulatina, una coloración verde oscura y cierto brillo. Esta coloración aparece inicialmente en los brotes jóvenes y luego se extiende por el resto de la masa foliar. Las puntas de las hojas se retuercen hacia abajo como las garras de un águila. Para eliminar el exceso de nitrógeno es necesario enjuagar el sustrato en una bañera durante unos 15-20 minutos y luego dejar que se seque. Los siguientes riegos tendrán que realizarse con agua limpia, añadiendo encimas, lo que ayudará a disolver más rápidamente el exceso de nitrógeno. Después de este tratamiento, las plantas recuperarán su equilibrio en poco tiempo.
Fosforo (P) (móvil): es otro de los elementos fundamentales en la fase de crecimiento de la planta, sobre todo para el desarrollo de las raíces y la producción de nuevos brotes. Por ello, hay muchos estimulantes de raíces ricos en fósforo. El fósforo juega también un papel importante en la fase de floración, en relación a la producción de flores y de terpenos, así como en el proceso de fotosíntesis de la planta.
- Carencia de fósforo: se observa una ralentización general en el desarrollo de la planta. Las hojas nuevas son pequeñas y se marchitan con bastante rapidez, en relación con el crecimiento habitual de una planta sana. Las hojas muestran los bordes ligeramente levantados, y aparece una coloración azulada mate. Los tallos y los pecíolos suelen adquirir una coloración púrpura, y pueden aparecer manchas marrones cerca de la nervadura central de las hojas. La presencia excesiva de zinc o de hierro puede ralentizar, o más bien impedir la asimilación de fósforo. Para paliar este problema, basta con aplicar un fertilizante rico en fósforo y ajustar el pH.
- Exceso de fósforo: es bastante complicado percibir el exceso de fósforo en la planta ya que este hecho puede impedir la asimilación de otros elementos (potasio, calcio, magnesio, zinc, cobre o hierro). La única solución es lavar el sustrato y realizar los siguientes 3 primeros riegos con agua limpia, con el pH ajustado, y posteriormente volver a una fertilización gradual de las plantas.
Potasio (K) (móvil): es un elemento que, en combinación con el fósforo, favorece el desarrollo de las raíces. Influye de forma activa, en combinación con el nitrógeno, en la acción de la clorofila en la planta y en el desarrollo de las flores, y también mejora de forma considerable la resistencia de las plantas a enfermedades criptogámicas y al estrés.
- Carencia de potasio: el desarrollo general de la planta se ve alterado considerablemente. Los bordes de las hojas se curvan, se secan, y finalmente adquieren un color marrón. Posteriormente las hojas amarillean de forma gradual y aparecen sobre ellas puntos marrones. La solución a este problema es simple; hay que regar con un fertilizante rico en potasio, y ajustar el pH. Siguiendo este tratamiento las plantas se recuperarán con gran rapidez.
- Exceso de potasio: ocurre más o menos lo mismo que en el caso del exceso de fósforo; es decir, que un exceso de potasio impide la asimilación de otros elementos, como el magnesio, el zinc o el hierro. Para resolver este problema es necesario proceder de la misma forma que en el caso del exceso de fósforo: lavar el sustrato y realizar los 3 primeros riegos con agua limpia, con el pH ajustado, antes de volver a una fertilización progresiva de las plantas.
Nutrientes secundarios
Azufre (S) (inmóvil): este elemento influye directamente en el crecimiento de los distintos órganos de la estructura vegetativa de la planta. El azufre es el responsable de la producción y la regulación de hormonas y de vitaminas. Es un elemento muy importante en la fase de crecimiento e influye directamente en el proceso de producción de clorofila. También juega un papel importante en el aroma y el sabor de las flores.
- Carencia de azufre: el crecimiento de la planta se ralentiza y la clorosis hace su presencia en las hojas. Los peciolos se vuelven color púrpura y los tallos leñosos y quebradizos. También pueden aparecer pequeñas mutaciones en las hojas que, además, se retuerzan hacia arriba antes de marchitarse y caer. En algunos casos, durante la floración, la punta de las flores puede necrosarse. Es bastante fácil resolver una carencia de azufre con las sales de Epsom o con un fertilizante que contenga una alta concentración de azufre.
- Exceso de azufre: se puede ver que el desarrollo general de la planta se ralentiza significativamente. Al mismo tiempo la planta adquiere un color verde oscuro y las puntas de las hojas se marchitan y se secan. Un exceso de azufre no es algo muy común ya que la planta regula este elemento por sí sola, de forma efectiva, en la mayoría de los casos.
Calcium (Ca) (inmóvil): es un elemento secundario indispensable para la constitución y el refuerzo de las paredes celulares así como para el conjunto de tejidos vegetales de la planta. Actúa de forma eficaz, tanto a nivel de desarrollo radicular como a nivel de efecto "tampón" para regular el exceso de algunos elementos y establecer un equilibrio nutricional.
- Carencias de calcio: el desarrollo general de la planta se ralentiza, especialmente el de las raíces. Las hojas muestran deformaciones importantes, como bordes alterados y puntas retorcidas, y se evidencia un descenso en el vigor de la planta. Las hojas jóvenes se deforman, se decoloran y se marchitan con bastante rapidez. Si la planta se encuentra en la fase de floración, la producción de flores decae y al poco tiempo se interrumpe. Para solucionar la carencia de calcio, hay que utilizar un fertilizante con una concentración de calcio alta.
- Exceso de calcio: un exceso de calcio puede provocar un bloqueo en la absorción de nutrientes como el potasio, el magnesio, el manganeso o el hierro. Para resolverlo con rapidez habría que realizar el lavado de las raíces, y luego utilizar un abono equilibrado que contenga los macro y micronutrientes necesarios, pero en dosis pequeñas.
Magnesium (Mg) (móvil): se trata de un nutriente que participa activamente en la producción de clorofila y que desencadena múltiples mecanismos enzimáticos de la planta. También está implicado en la fotosíntesis y favorece la absorción de otros nutrientes.
- Carencias de magnesio: la carencia de magnesio recuerda un poco, extrañamente, a la carencia de nitrógeno ya que, en un principio, las hojas más viejas de la parte baja amarillean (clorosis). Luego la clorosis seguirá avanzando hacia las partes más jóvenes de la planta que se seguirán decolorando y deformando hasta las puntas. La solución a este problema es sencilla; bastará con aplicar un abono rico en magnesio, y ajustar el pH.
- Exceso de magnesio: no es algo habitual, pero puede suceder. Un exceso de magnesio puede suponer el bloqueo en la absorción de calcio. La solución, como en los casos anteriores, es lavar el sustrato, y en los siguientes riegos fertilizar con pequeñas dosis de abonos que contengan todo tipo de nutrientes, y, por supuesto, no olvidarnos de ajustar el pH.
Micronutrientes
Hierro (Fe) (inmóvil): juega un papel esencial en la realización de la fotosíntesis, la producción de clorofila y a nivel respiratorio (buen funcionamiento del sistema enzimático). También es necesario para una buena asimilación de nitratos y de sulfatos.
- Carencia de hierro: poco a poco las hojas jóvenes y los brotes se van poniendo amarillos desde el peciolo, mientras que las nervaduras se quedan verdes. Luego, y de forma paulatina, el resto de las hojas se van poniendo amarillas y aparece una clorosis intervenal, y posteriormente el fenómeno se generaliza en el conjunto de la masa foliar. Si los síntomas no son tratados a tiempo, en un estadio avanzado las hojas terminarán por necrosarse y caer. Para resolver este problema, es conveniente lavar el sustrato con una solución nutritiva diluida que contenga hierro, zinc y manganeso, y en poco tiempo la planta volverá a tener un aspecto saludable. Es bastante complicado distinguir la carencia particular de cada uno de estos elementos, por ello es mejor asociarlos y así estar seguro de acabar con el problema de forma conjunta. La carencia de estos tres elementos es algo que suele ser bastante común.
- Exceso de hierro: las hojas se vuelven de color bronce, y aparecen manchas marrones bastante oscuras. Para solucionar el problema te aconsejamos que laves el sustrato con una solución nutritiva muy diluida (equivalente a 3 veces la capacidad del sustrato).
Zinc (Zn) (móvil): actúa de forma activa en la producción y la conservación de clorofila en los tejidos de la planta.
- Carencia de zinc: las hojas más jóvenes presentan clorosis entre las nervaduras. Las hojas nuevas no se desarrollan con normalidad y su tamaño es reducido, luego se retuercen y se arrugan. Las puntas de las hojas se decoloran y se queman poco a poco. Las nuevas hojas se retuercen y se secan rápidamente. Si esto sucede en la fase de floración, las flores se deforman y su aspecto no es normal, se secan y se vuelven quebradizas. El desarrollo general de la planta es interrumpido. Para afrontar este problema hay que aplicar el mismo método que cuando hay carencia de hierro.
- Exceso de zinc: desafortunadamente, en la mayor parte de los casos, es bastante difícil tratar este problema ya que la planta muere con mucha rapidez porque el exceso de este elemento crea una disfunción a nivel de la absorción de hierro (carencia de hierro).
Manganeso (Mn) (inmóvil): juega un papel importante en el proceso de fotosíntesis y también en el desarrollo membranoso de los cloroplastos (desarrollo celular de la planta).
- Carencia de manganeso: se percibe una clorosis, en las nervaduras de las hojas más jóvenes, que luego se propaga a las hojas más viejas. Poco a poco aparecen pequeñas manchas de necrosis en las hojas más afectadas. El desarrollo general de la planta se ralentiza, incluso queda interrumpido. Para solucionar esta carencia hay que aplicar el mismo tratamiento que para la carencia de hierro y de zinc.
- Exceso de manganeso: en concreto puede aparecer una clorosis, con una coloración moteada entre naranja y color óxido oscuro. Estas manchas aparecen primero en las hojas jóvenes y luego se propagan al resto, y el proceso va acompañado de una perdida de vigor muy significativa. Como consecuencia se produce una mayor transpiración de la planta, lo que implica una carencia de hierro y de zinc.
Boro (B) (inmóvil): a día de hoy, el boro representa una especie de misterio bioquímico, lo que se sabe es que juega un papel importante a nivel de la división y diferenciación celular, y que es también responsable de la maduración y de la respiración de la planta. El boro influye, además, de forma activa en la elaboración del polen.
- Carencia de boro: las extremidades de las raíces y de los tallos no se desarrollan con normalidad. La punta de las raíces se hincha, se decolora y su desarrollo se detiene. Los brotes en crecimiento parece que están quemados como si estuviesen demasiado cerca de una lámpara de sodio (HPS). Los brotes superiores son los primeros en deformarse y/o retraerse, y luego sucede lo mismo con los brotes inferiores. Si la carencia es severa, los brotes en crecimiento mueren, el borde de las hojas se decolara y éstas también mueren. Se pueden observar manchas de necrosis entre las nervaduras de las hojas. La parte interior de las raíces se vuelve a menudo esponjosa y constituye una zona ideal par la aparición de enfermedades y de enmohecimiento. Las hojas enfermas adoptan cierto volumen, se deforman y se marchitan. Al final se llenan de manchas como consecuencia de la clorosis y después por la necrosis. Para resolver esta carencia es conveniente añadir 0,05 g de ácido bórico en 4 litros de agua y regar la planta con esta solución. La planta debería retomar un desarrollo normalizado en poco tiempo.
- Exceso de boro: durante la primera fase, la extremidad de las hojas amarillea y se observa que su borde se necrosa a partir del centro de la hoja. Después, las hojas se decoloran y se caen. No existen métodos establecidos para combatir este problema, se podría intentar con el lavado del sustrato y aplicando después un fertilizante con una formula completa y aplicarla en una dosis baja.
Molibdeno (Mo) (inmóvil): entra en la composición de dos sistemas enzimáticos fundamentales que transforman los nitratos en amonio. Este oligoelemento esencial se utiliza en dosis muy bajas para las plantas.
- Carencia de molibdeno: es un fenómeno muy poco común en interior. En un inicio las hojas más viejas adquieren un tono amarillento y algunas presentan una clorosis internerval, luego el color amarillo de las hojas se vuelve más intenso y los bordes se contraen. Una carencia severa de este elemento deforma las hojas nuevas que se vuelven longilineas, estrechas y muy retorcidas, finalmente mueren y caen. A menudo una carencia de molibdeno conlleva una carencia de azufre, y se puede observa un ralentizamiento general del desarrollo de la planta. Para tratar esta carencia, te aconsejamos que añadas un pequeña dosis de ácido molibdeno (0,01 g) o bien molibdeno de amonio en 4 litros de agua.
- Exceso de molibdeno: es muy poco común que se produzca una sobredosis de este elemento, no obstante un exceso de molibdeno puede provocar una carencia asociada de hierro y de cobre (más de 0,2 ppm).
¡Y ya no nos queda más que desearte un buen cultivo!
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