- El fallecimiento de un consumidor ocasional de marihuana que esperó durante mucho tiempo un trasplante de pulmón ha abierto en Estados Unidos un debate. Cada hospital decide si los usuarios de cannabis pueden entrar o no en lista de espera, y ya han sido varios los enfermos que han fallecido por esta causa, aun cuando su uso era medicinal.
- No existe una normativa federal sobre esta situación y, aunque existen algunas leyes estatales, al final son los centros los que tratan cada caso de manera individual, para perjuicio de muchos.
La controversia vuelve al mundo del cannabis. Los consumidores de Estados Unidos, sobre todo fumadores, se encuentran con un nuevo escollo que salvar. El caso reciente del fallecimiento de un paciente que estaba esperando un trasplante de pulmón y al que se le ha ido retrasando poco a poco por haber fumado una variedad con THC trae a la actualidad este problema.
Riley Hancey era un adolescente estadounidense de 19 años que necesitaba un trasplante de pulmón. Durante cinco semanas, estuvo ingresado en el Penn Transplant Institute de la Universidad de Pensilvania. Estaba conectado a una máquina que bombeaba la sangre por su cuerpo. Afortunadamente, pudo recibir un doble trasplante de pulmón, aunque su familia y él estuvieron desesperados durante algún tiempo: el equipo de trasplante de otro hospital lo había rechazado por haber fumado marihuana.
Hancey, que no era un consumidor habitual de marihuana, fumó algo la pasada Acción de Gracias. Un día después, el Black Friday, le dijo a su padre que no se encontraba bien. Pasó el fin de semana en casa y el lunes fue con su familia a una clínica del hospital de la Universidad de Utah, en la que le diagnosticaron una gripe, pero al viernes se sentía peor, así que regresó y, tras unas placas, le dijeron que tenía neumonía. Por la noche lo ingresaron, conectado a máquinas que lo mantenían con vida. Estuvo con soporte vital durante 30 días y los médicos fueron claros: necesitaba un doble trasplante de pulmón.
Los problemas surgieron cuando se le hicieron las pruebas para el trasplante: dio positivo en THC, el componente psicoactivo de la marihuana. Los médicos fueron a la habitación del joven y allí, con él y la familia, le dijeron que no sería posible el trasplante por haber consumido cannabis. Según cuenta Mark Hancey, el padre del adolescente, una doctora se dirigió a Riley y le dijo: "Vas a morir, pon tus asuntos en orden". De acuerdo al padre, hasta seis hospitales más de otros estados también rechazaron tratarlo, si bien los padres reconocen que no saben si fue por el consumo de cannabis o por la máquina que necesitaba su hijo para mantenerse con vida y para la que algunas unidades de trasplante no estaban preparadas.
Finalmente, el Hospital de la Universidad de Pensilvania se hizo cargo de ello y, aunque el trasplante fue un éxito, el adolescente falleció pocas semanas después por una infección. En medio, muchas personas anónimas quisieron ayudar a la familia con dinero, mientras pedían que los hospitales aprobaran los trasplantes para usuarios de cannabis.
Dificultades legales
Además de que el cannabis está prohibido a nivel federal, no existen directrices sobre cómo los hospitales deben tratar a aquellos consumidores que necesitan un trasplante. Es cada centro el que decide cómo gestionar el asunto, y al adolescente Riley le tocó en principio uno con una política demasiado restrictiva. Los padres del joven también echaron en falta en su momento un registro de hospitales que acepten a pacientes consumidores de cannabis, algo que les hubiese ayudado a afinar la búsqueda. Es más, tampoco hay un registro de personas que hayan tenido problemas con un trasplante por ser fumadores de marihuana.
Lo único claro es que los hospitales deben ser menos restrictivos, con un panorama cada vez más favorecedor al consumo de marihuana: ocho estados y Washington DC permiten ya el uso recreativo, y más de la mitad han autorizado el medicinal.
El consumo de alcohol, marihuana o sustancias ilegales afecta a la hora de acceder a un trasplante. En el Hospital General de Massachusetts, un estado que tiene legalizados los usos recreativo y medicinal de la marihuana, un portavoz ha asegurado que si un paciente abusa de esta, sea para el consumo que sea, no sería "un candidato para trasplante". En el Hospital Universitario de Utah, donde Riley Hancey fue tratado al comienzo, sucede lo mismo, aunque cada caso se analiza individualmente. En este estado se da la particularidad de que está prohibido todo el consumo, si bien se han permitido algunos programas para personas epilépticas. Otros hospitales piden que los pacientes no fumen o hayan fumado, sea marihuana, tabaco u otra sustancia.
Donde sí está clara la normativa es en California, donde también están permitidos los usos recreativos y medicinales, Washington DC y otros 12 estados. Con sus especificaciones, en general está prohibido denegar un trasplante solo por el uso de marihuana medicinal. Pero aunque la ley diga eso se sabe de hospitales, como el Stanford Health Care de la Universidad de Stanford, en el norte de la región, en los que el uso de cannabis terapéutico resta a la hora de esperar un trasplante.
Un estudio realizado en 2016 entre 360 responsables de trasplantes de corazón de 26 países presentó que dos tercios de estos no tenían problemas en incluir a un consumidor de marihuana recreativa en una lista de trasplantes. Sin embargo, solo un cuarto de ellos harían lo mismo para consumidores recreativos.
Entre las razones para prohibir la entrada en una lista de espera está la creencia de que inhalar cannabis puede incrementar el riesgo de infecciones de hongos a la hora de recibir un trasplante. Otros médicos aseguran que un consumidor no estaría tan implicado a la hora de realizar las estrictas obligaciones de una persona trasplantada (medicamentos, hábitos de vida…). Incluso hay quien asegura que la planta es solo un pretexto para sacar a gente de las listas, ya que hay más pacientes que órganos disponibles: unos 118.000 estadounidenses están a la espera de uno.
Luchando para cambiar la situación
También hay pacientes como el californiano Norman Smith. Después de que lo sacaran de una lista de espera para un hígado en 2011, se abstuvo de tomar cannabis terapéutico para cumplir con los requisitos del hospital. Desgraciadamente, falleció antes de recibir la donación. No ha sido el único paciente consumidor medicinal que ha muerto esperando ese trasplante: había pasado lo mismo en Oregón o Washington, otros estados que autorizan el uso medicinal de la marihuana.
A Garry Godfrey le pasó lo mismo en Maine en 2010: esperaba un trasplante de riñón, consumía marihuana medicinal para sus dolores y lo rechazaron debido a un supuesto riesgo sanitario asociado a esta. Recientemente ha contado su experiencia para el debate de una propuesta de ley parecida a la californiana, que prohibiría en Maine que los hospitales rechazaran a candidatos a trasplante solo por la utilización del cannabis. En 2016, este estado aprobó en referéndum el uso recreativo de la planta.
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- Garry Godfrey (@Dsturbedman) 29 de marzo de 2017
La polémica es más irónica cuando los pacientes que están esperando un trasplante consumen cannabis medicinal para hacer frente a los dolores mientras esperan un órgano. Fue lo que le pasó a Tamra Howard, que lleva con diálisis desde los años 90 a la espera de un riñón. Estuvo más de 20 años yendo de un hospital a otro (ella vive en Los Ángeles) y de lista de espera en lista de espera. Mientras llegaba el ansiado día, seguía consumiendo marihuana (es lo único natural que la aliviaba) y realizando todas las indicaciones médicas, para demostrar que también un consumidor puede ser un buen candidato: "Tenía que romperme el lomo para demostrarles que, aunque usara cannabis, podía cumplir", ha dicho. Finalmente, después de que en su centro de diálisis preguntara a los doctores cómo se sentirían si alguien querido estuviera en la misma situación que ella, recibió su trasplante.
El THC combate el rechazo
También es irónico que, según un estudio de 2015 de la Universidad de California del Sur, el THC puede ayudar a retrasar el rechazo de los órganos trasplantados. Para llegar a esa conclusión, los investigadores formaron dos grupos de ratones a los que hicieron un trasplante de piel a la que no era compatible. Uno fue tratado con THC y el otro con un placebo; con el tiempo, comprobaron que el rechazo del primer grupo se iba retrasando gracias a la activación de los receptores cannabinoides CB1. Aun así, los investigadores recomendaron que los pacientes no se automedicaran con cannabis y recordaron que tendrían que hacer pruebas con humanos.
No parece que la situación de los amantes o meros consumidores medicinales de marihuana vaya a mejorar en la era Trump, pero los últimos avances médicos, legislativos y sociales obligan a repensar la política de listas de espera para trasplantes en EEUU. El objetivo es que nadie sea discriminado por usar la planta para mejorar sus condiciones de vida.
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