- Los anuncios de #stonersloth, el ya célebre “perezoso fumado” que ha provocado indignación y carcajadas a partes iguales, no son los únicos que intentan criminalizar el cannabis y acaban resultando una parodia de sí mismos.
En las últimas semanas, una campaña de publicidad contra el cannabis protagonizada por un perezoso incapaz de realizar las tareas más sencillas (como terminar un examen o hablar con sus amigos durante una fiesta) ha causado estupor e indignación por su mensaje exagerado y contrario a lo que avala la ciencia.
Los anuncios, que se han difundido a través de redes sociales con el 'hashtag' #stonersloth (“perezoso fumado” en español), están entre los ataques más furibundos contra la marihuana que se recuerdan, pero no son los únicos que han intentado cargar contra la planta con resultado opuesto al deseado por sus creadores: al final, se convierten en vídeos de humor involuntarios.
Lo mismo sucedió en los 90 con 'Loser', un 'spot' que intentaba ridiculizar a los menores que fuman marihuana tachándolos de “fracasados”. Si bien la problemática que planteabe ante el consumo de la planta por parte de los adolescentes es real, y ya se está abordando en todas las regulaciones aperturistas del planeta, la solución no era tirar de tópicos muy similares a los que se han visto años después en la campaña del perezoso.
Cuando se trata de criminalizar el consumo y dejárselo bien claro a la infancia, todo vale, incluso recurrir a unas Tortugas Ninja que no firman su mejor papel en este anuncio.
El cirujano 'fumeta' también se ha ganado un hueco en esta recopilación de propaganda exagerada. Por supuesto que nadie quiere entrar en el quirófano con un doctor que está consumiendo marihuana, pero tampoco sería deseable estar en sus manos si ha consumido alcohol, por ejemplo, o incluso antihistamínicos.
Una supuesta pérdida de facultades que la ciencia ha desmentido en repetidas ocasiones es, igual que en el caso de #stonersloth, el principal argumento que han utilizado las campañas sensacionalistas contra el cannabis. Lo mismo sucede, por ejemplo, en el anuncio del karateka atolondrado o el de la muñeca de trapo.
En definitiva, el tipo de ideas que trata de instalar en la sociedad australiana el vídeo del perezoso 'fumeta' tiene poco o nada de original. Llevan repitiendo tantos años la misma cantinela que, a estas alturas, ya da más risa que miedo.
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