- El marco legal del cannabis se ha transformado en los últimos años a un ritmo vertiginoso.
- Muchos son los países y Estados que se suman a la regulación del cannabis si no total, al menos parcial con la aprobación de programas de cannabis terapéutico.
- Sin embargo, a día de hoy, esto todavía es una utopía en España, un eco lejano que nos llega del extranjero pero que por alguna razón no conseguimos materializar en nuestra sociedad.
- Por increíble que pueda parecer, España, un país con uno de los índices de consumo de cannabis más elevados de Europa, un país pionero en el autocultivo e impulsor de las asociaciones cannábicas, nada en un mar de incertidumbre legal y las cosas siguen haciéndose al más puro “Spanish style”: por debajo de la mesa.
¿Pero qué sucede cuando hablamos de producir, distribuir o consumir cannabis con fines medicinales? Aquí es cuando el asunto se vuelve más peliagudo si cabe, ya que las necesidades médicas requieren un mayor control sobre la calidad y la composición del producto, algo que, en un contexto de ilegalidad resulta imposible llevar a cabo.
Con el objetivo de suplir las necesidades de muchos pacientes de cannabis medicinal en España, nace el Observatorio Español de Cannabis Medicinal, un organismo que hizo su presentación oficial el pasado 20 de septiembre en el recinto Caixa Fórum de Madrid. Una presentación en la que pudimos asistir a la ponencia de José Carlos Bouso, psicólogo, doctor en farmacología y actual Director de Proyectos Científicos en la Fundación ICEERS. Bouso dibujó el pasado, presente y futuro de los distintos marcos legales del cannabis medicinal, tanto a nivel nacional como internacional. Un entramado legal difícil de descifrar que este doctor resumió de la siguiente manera:
¿Cuáles son las causas de que el cannabis a día de hoy sea ilegal en la gran mayoría de países del mundo?
Según afirma Bouso, el mayor hito de las políticas prohibicionistas tuvo lugar en la convención de Naciones Unidas de 1961, que fue impulsada por Estados Unidos. Dicha convención marcó un antes y un después en la historia, pues en ella se decidió que había que fiscalizar y prohibir una serie de plantas: cannabis, opio y hoja de coca. Lo que vino después de ese momento fue, según describe el psicólogo, "una cruzada contra todas aquellas personas que por una razón u otra usaban esas plantas".
Existen datos empíricos suficientes que que prueban la capacidad terapéutica de algunos componentes del cannabis.
Sin embargo, si hacemos una revisión más profunda de los acuerdos que se firmaron en la convención, descubriremos que el convenio contempla que la utilización de estos estupefacientes seguirá siendo indispensable para un uso medicinal con el fin de mitigar el dolor. Bouso concluye por tanto, que cualquier Estado que quiera cumplir a raja tabla con el convenio del 61 debería también aceptar el uso científico y médico de estos estupefacientes.
España firmó este convenio en 1967 y, de hecho, en el artículo 22 de la Ley de Estupefacientes Española, se cita textualmente que "no se permitirá otro uso de los estupefacientes que los industriales, terapéuticos, científicos y docentes autorizados con arreglo a la presente ley". Esta ley la aprobó en su día Francisco Franco y, sorprendentemente o no, es la que continúa vigente en España en la actualidad.
Un repaso a la historia del cannabis a nivel legal internacionalmente…
Desde el año 1996, cuando California inició el primer programa de cannabis medicinal, numerosos Estados de USA y varios países como Canadá han desarrollado programas de cannabis medicinal. Bouso explica que este proceso se desarrolló "a ciegas" hasta que en el 2014, la JIFE (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes), que es la organización que ordena a nivel internacional las políticas sobre drogas, elaboró un informe en el que se detallan las medidas y condiciones que un Estado debe cumplir para poder instaurar su programa de cannabis medicinal. Es decir, que el establecimiento de este tipo de programas está regulado y recogido dentro de la legislación internacional. Reconociendo de nuevo que diferentes estupefacientes, incluido el cannabis, quedan restringidos al uso científico y médico.
La convención Única Internacional permite a los Estados el uso del cannabis con fines médicos, y, si bien este punto anteriormente quedaba sujeto a la libre interpretación, desde el informe del 2014 se establece y especifica claramente.
Otro punto relevante que se recoge en la Convención Única es la exigencia de una serie de requisitos que los Estados deberían cumplir para poder establecer sus programas de cannabis medicinal, siendo un objetivo principal la creación de un organismo nacional de control del cannabis encargado de fiscalizar y supervisar el cultivo de la planta y de expedir licencias con ese fin. La realidad, asegura Bouso, es que no todos los países lo han cumplido estos requisitos, tal como se observa en el informe del 2014.
¿Cuál es la situación legal actualmente en España?
El marco legal español establece que deben existir organismos de control sanitario como la Agencia Española del Medicamento, que regulen los medicamentos y productos sanitarios. En 2006 se promulgó la Ley de garantías de uso racional de medicamentos y productos sanitarios encargada de establecer las condiciones que debe cumplir un fármaco para ser considerado medicamento. Bouso afirma que un programa eventual de cannabis medicinal en España sí cumpliría con los requisitos establecidos en esta ley porque, tal como se especifica en el artículo 51, las plantas y sus mezclas pueden considerarse medicamentos siempre que se cumplan una serie de condiciones.
Históricamente el cannabis ha sido uno de los principales productos que se podía encontrar en las farmacias.
¿Por qué el cannabis debería ser considerada una planta medicinal?
Bouso argumenta que históricamente el cannabis ha sido uno de los principales productos que se podía encontrar en las farmacias españolas y también de otros países. Esto fue una realidad que tuvo lugar hasta mediados del siglo pasado, cuando comienzan a entrar en vigor las convenciones internacionales.
Así pues, el psicólogo explica que antes de la resolución de Naciones Unidas, en las farmacias españolas se dispensaban los siguientes productos destinados, sobretodo, a paliar el dolor.
- Extracto blando o graso de cannabis índica
- Extracto hidroalcohólico de hachís
- Cogollos de cáñamo
Con estos hechos sobre la mesa, el doctor asegura que no hay ninguna razón a nivel legal para no considerar el cannabis un producto medicinal, ni tan siquiera sería necesario, como hemos mencionado anteriormente, modificar la legislación existente al respecto. Los cauces ya están regulados desde 1967.
Un vistazo a la situación actual internacional…
A día de hoy, existen al menos 25 Estados en USA que tienen sus propios programas de cannabis medicinal e incluso el Instituto de Medicina de Estados Unidos (la máxima autoridad en este ámbito), ha reconocido que existen datos empíricos suficientes que prueban la capacidad terapéutica de algunos componentes del cannabis.
Bouso destaca que la mayoría de personas que se benefician de estos programas medicinales son pacientes con dolor crónico.
La primera experiencia a nivel estatal en Norteamérica fue California, pero el primer país del mundo que inició un programa de cannabis medicinal fueron los Países Bajos, donde las farmacias pueden vender flores de cannabis bajo un estricto control sanitario. El producto debe estar estandarizado y libre de contaminantes, cumplir con todos los criterios para ser comercializado en una farmacia y, además, su composición debe venir especificada. Además, sólo puede adquirirse con receta médica y existen subvenciones por parte de la Seguridad Social para su consumo. En lo que respecta a los usuarios recreacionales, estos pueden obtener fácilmente el cannabis en los llamados "coffee shops".
No prima la eficiencia económica, no importa si es un programa deficitario económicamente sino que se enfoca en la mejora de la salud pública.
Los resultados, según asegura el doctor, hablan por sí solos: la media de veces que los pacientes holandeses utilizan la marihuana es de 251 días al año, la media de ocasiones en las que acuden a los dispensarios es de seis anuales y la media de consumo de cannabis diario no llega al gramo. Si lo comparamos con la media de otros países europeos, en los que el cannabis no está regulado, que ronda los tres gramos diarios, nos llevamos una gran sorpresa.
Las estadísticas parecen indicar que en el momento en el que hay un acceso libre y regulado, el uso del cannabis se vuelve más racional y responsable. Veamos algunos ejemplos de países donde se han establecido programas de cannabis medicinal…
Israel: tal como recomienda la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, Israel creó una oficina gubernamental para regular el cannabis medicinal. Su ministerio de salud establece que, si bien el cannabis medicinal es una sustancia que no está registrada como medicina, en cualquier caso está probado que puede ayudar a pacientes que sufren de ciertas condiciones médicas y aliviar su sufrimiento. Desde este punto de vista, Israel comenzó su programa de cannabis medicinal estableciendo que no se puede hacer ninguna diferencia en cuanto al acceso a esta sustancia y cualquier otro medicamento.
Canadá: este país incumple las recomendaciones de Naciones Unidas y ha establecido dos vías de suministro:
- Mediante la administración de licencias a personas o empresas que cultivan para proporcionar cannabis medicinal a los pacientes.
- Los propios pacientes pueden obtener licencias para cultivar. Esta es una de las cuestiones que Naciones Unidas condena, ya que considera que el autocultivo puede dar lugar a que la producción sea destinada al mercado negro.
Uruguay: lo interesante de este modelo es que el interés principal es proteger y salvaguardar la salud pública. A diferencia de otros modelos de regulación, no prima la eficiencia económica, no importa si es un programa deficitario económicamente sino que se enfoca en la mejora de la salud pública. En este caso, también está admitido el uso recreativo, la diferencia radica en que los productos destinados al uso medicinal deberán pasar un control sanitario más estricto que los destinados al uso lúdico.
En conclusión, el doctor asegura que sí es posible a día de hoy establecer un modelo español de regulación del cannabis medicinal, todo el entramado legal está preparado para ello y es solamente una cuestión de voluntad política. En España el cannabis medicinal bajo control sanitario podría ser una realidad, la instauración de un sistema dirigido por la administración que garantice los estándares de seguridad y calidad del producto, podría ser posible. Quizá ha llegado el momento de plantearnos por qué los pacientes deben acudir al mercado negro para obtener cannabis medicinal, exponiéndose al riesgo que ello comporta y, en muchos casos, enfrentándose a la incertidumbre de si el producto que obtienen es el que realmente necesitan.
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