- Desde siempre has intentado fumar en armonía con la naturaleza, haciendo honor al verde de la apreciada marihuana y conservando el sueño de apoyar la lucha ecológica y al movimiento que aboga por respetar el medio ambiente.
- Pero la prohibición del cannabis en muchos lugares hace que esa armonía natural se pierda y sea sustituida por la contaminación ambiental producida por un cultivo mal hecho y relegado a esconderse entre cuatro paredes, algo que también afecta a las cosechas.
Lo cierto es que, al menos en Estados Unidos, el cultivo de marihuana consume el 1% de la electricidad del país, lo que contribuye a la aparición de graves problemas medioambientales por las grandes emisiones de CO2 que genera. Esto ocurre principalmente porque la mayor parte de esos cultivos se realizan en interior para que pasen desapercibidos y queden fuera de la vista de la propia ley en aquellos estados donde aún el cannabis no ha sido legalizado.
Los cultivadores habitualmente utilizan luces de alta intensidad que son 500 veces más potentes que una lámpara normal. Algunos incluso lo han llegado a comparar con la energía que se necesita para estas plantaciones con la que gastan los centros de datos (que es del 2% del total del país), según un informe dirigido por el investigador Evan Mills, del Laboratorio Nacional Lawrence de Berkeley.
De acuerdo con Mills, los problemas que genera un cultivo irresponsable y mal desarrollado de marihuana son numerosos, a pesar de que un cultivo normal no debería de producirlos. Esos problemas van desde utilizar demasiada agua para acelerar el proceso de crecimiento de la planta hasta contaminarla al utilizar numerosos pesticidas o elevar los niveles de dióxido de carbono a cuatro veces más de lo que sería natural.
Y es que, a pesar de que muchos estados norteamericanos permiten el cultivo de marihuana con fines terapéuticos, de que algunos lo hacen para el ámbito recreativo y de que estos deberían estar supervisados por las leyes federales, las agencias reguladoras no controlan de forma seria y efectiva cómo se hace ese cultivo. Y mucho menos en aquellos estados donde existe prohibición y donde el cultivo se hace de forma clandestina.
Un porro de marihuana emite la misma cantidad de CO2 que una bombilla de 100 vatios funcionando durante 17 horas.
La situación deriva en que, solo en Estados Unidos – aunque esto podría darse en cualquier otra localización del planeta - un porro de marihuana llega a emitir la misma cantidad de CO2 que la que generaría una bombilla de 100 vatios funcionando durante 17 horas. Asimismo, tendría la misma repercusión sobre el efecto invernadero que conducir un coche durante 24 kilómetros.
Un efecto agravado, también, por la utilización de ventiladores y filtros de aire necesarios para ese cultivo de interior. La solución es muy sencilla: que exista posibilidad de cultivar en exterior, ya que las plantaciones de cannabis al aire libre no tienen este tipo de problemas. No necesitan tanta energía para que la planta crezca, y cuando se gestiona de forma correcta no debería tener un impacto ambiental significativo.
LEDs, una solución para los cultivos de interior
No obstante, este investigador cree que también existen soluciones para los cultivos de interior. Y explica que las emisiones de CO2 pueden reducirse si los halogenuros metálicos y las lámparas de sodio de alta presión fueran sustituidas por las eficientes y simples bombillas led. Este tipo de bombillas aumentan la luminosidad de forma sorprendente mientras que reducen el consumo de electricidad entre un 40 y un 75% en comparación con las mencionadas anteriormente. Y es que, mientras que una bombilla HID o HPS puede superar los 1.000w, una LED utilizada para estos cultivos no supera los 440w. No solo consigue reducir la forma en la que el medio ambiente podría verse perjudicado sino que es discreto y, al mismo tiempo, produciría un ahorro económico significativo.
Según afirman los expertos, la calidad y cantidad de las cosechas de marihuana aumentan al utilizar esta tipología de bombillas. ¿Por qué? Porque el calor habitualmente degrada el THC, así que al utilizarlas los niveles del THC de cada cepa pueden ser mucho más altos. Por otro lado, muchas de los ledes utilizados para el cultivo suelen venir con modestos ventiladores incorporados que mantienen el entorno fresco y hacen que las hojas no se quemen ni se deshidraten.
Además, esta tecnología hace innecesario el uso de reflectores o sistemas de extracción del calor; y tienen una vida media de entre 50.000 y 100.000 horas. Su competencia más directa, las HPS (bombillas de sodio), necesitan ser reemplazadas cada 5.000 horas. Es más, al menos 2/3 de la luz producida por HID – otro tipo de bombilla de alta intensidad – se desperdicia, mientras que las bombillas led hacen que las plantas aprovechen el 90% de la luz que desprenden para hacer una fotosíntesis más eficiente.
Truliteled es una de las empresas que motivan a la utilización de ledes de forma "sincronizada con la naturaleza" para cualquier tipo de cultivo, desde flores normales hasta cannabis medicinal. Esta compañía se compromete a conseguir reducir los costes de electricidad y de consumo de nutrientes gracias a su producto. Dicen que sus bombillas no son como las habituales ya que "no inflan la potencia como algunos competidores".
"Es más necesario que nunca que la producción de marihuana se legalice"
Desde el ámbito de las fuentes de energía, el escritor Ariel Schwartz considera que los datos del informe de Mills del que hablábamos al comienzo de este texto reflejan la clara evidencia de que es más necesario que nunca que la producción de marihuana se legalice. Y recomienda que la industria cannábica siga los pasos de la agricultura comercial que "ha hecho grandes avances de eficiencia energética" en los últimos años.
El propio investigador Mills tiene la misma opinión que Schwartz. Y cree que la criminalización contribuye precisamente a proliferar esas prácticas energéticas dudosas. Sin embargo, hay quienes que, como Joel Kretz, político republicano de Wauconda, consideran que es "inaceptable" utilizar la energía hidroeléctrica limpia, el viento y la energía solar para un cultivo no alimenticio y que podría estar dirigido a fines recreativos.
Los defensores de la ecología y de la legalización de la marihuana creen que cambiar las malas prácticas del cultivo no solo es una cuestión política sino también social. Es de los propios activistas y consumidores cannábicos de quienes debe nacer la crítica. También son ellos quienes deberían plantearse que, si seguramente preferirían comer un alimento cultivado gracias a la energía solar, ¿por qué no preferirían fumar marihuana que crezca gracias a la misma fuente de energía natural y sana?
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Con información de Greeneconomypost.com, Evan-mills.com, Myhydroponicgardening.com, Truliteled.com, Huffingtonpost.com, Seattletimes.com, daylismoker.com.
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