República Checa, logros y retos de uno de los paraísos europeos del cannabis

Los checos se encuentran entre los consumidores más importantes de cannabis en Europa, por detrás de Francia y España, según el European Drug Report de 2014. De hecho, solo la capital de la República Checa, Praga, con 1.200.000 ciudadanos, reúne a cerca de 400.000 fumadores y es un lugar de encuentro para cualquier amante de la marihuana.

Por eso no es de extrañar que, desde hace unos años y hasta el momento, el país haya dado importantes pasos para que su política cannábica se adapte a las existencias de los consumidores y se haya convertido en uno de los más permisivos de Europa. Hoy su sistema jurídico marca la diferencia de los estupefacientes de esta sustancia, mientras que las autoridades se centran en la prevención, la reducción de daños y los programas de rehabilitación.

Los usuarios se desenvuelven en un marco en el que, aunque se permite cultivar hasta cinco plantas, el consumo de marihuana no es legal, pero tampoco se considera delito desde el punto de vista penal. Fue en 2010 cuando se despenalizó la posesión de pequeñas cantidades de cannabis (unos 15 gramos) destinadas al consumo personal, aunque aún hoy sus usuarios pueden enfrentarse a multas de alrededor de 500 euros. Las penas para quienes produzcan o distribuyan la planta pueden ser de entre 1 y 8 años de prisión, dependiendo de la cantidad.

Son muchas las formaciones políticas que apoyan la causa cannábica en este país. Lo hace especialmente el Partido Verde, que habla con frecuencia sobre los positivos resultados que un mercado regulado podría aportar al estado y por ello llama a la completa despenalización. Por otro lado, ciertos miembros del partido Strana Svobodných Obcanu también piden la legalización, al igual que el partido político ANO. Sin embargo, el máximo defensor es el Partido Pirata checo.

En el ámbito de la marihuana terapéutica, los avances del país no son tan claros, a pesar de que ha apostado fuerte por el producto al valorar sus altos beneficios médicos y a que Paverl Bem, uno de los autores de la ley sobre cannabis medicinal, explicaba que su objetivo era "hacer la marihuana accesible para los pacientes" que la necesitaran.

Fue en 2013 cuando se reguló para permitir obtener a cada paciente 30 gramos de producto seco por mes, solo mediante prescripción médica y bajo receta electrónica especial para personas con enfermedades específicas (sida, dolores crónicos, cáncer y polineuropatías, entre otras). Además, se estableció que ciertas empresas, bajo licencia, podrían producir o importar el producto.

Sin embargo, uno de los principales problemas para muchos usuarios es que no pueden hacer frente a los altos precios del medicamento que necesitan: a diferencia de otros, no está cubierto por ningún seguro. Solo 1 gramo asciende a 11 euros, por lo que la dosis máxima mensual alcanza los 330 euros.

Hasta el momento existen muchas restricciones de cultivo, por lo que se hace necesario importar el cannabis, lo que provoca su carestía. Esto ha hecho que expertos y representantes de los pacientes afectados se muestren decepcionados y denuncien que, después de varios meses de comercialización en farmacias, su uso no está siendo efectivo.

Además, algunos consideran que muchos enfermos se están viendo obligados a conseguir el medicamento por otras vías, algo que ya se temía antes de que la ley entrara en vigor. Por eso, y aunque algunos quisieron ya hace un año poner en marcha cultivos autóctonos, ahora el Gobierno checo pretende impulsar el cultivo local de la planta para conseguir que el producto sea más asequible.

Por otro lado, el desarrollo del sistema que permite la dispensa de cannabis medicinal ha sido muy lento: a pesar de que la ley aprobada en 2012 entró en vigor en verano de 2013, no fue hasta noviembre de 2014 cuando el primer paciente pudo comprarlo. Además y hasta el momento, la única vía de llegada es a través de los Países Bajos, puesto que solo están permitidos ciertos tipos de hierba ofrecidos por la compañía holandesa Bedrocan, la misma que ostenta el monopolio de la producción de marihuana terapéutica en ese país.

Desde hace más o menos cinco años, han sido muchos los que han querido comparar a la República Checa con Holanda, y también los que tenían grandes esperanzas en que el país liberara algo más sus leyes cannábicas haciendo que, por ejemplo, se eliminaran las multas por poseer pequeñas cantidades. Sin embargo aún no es el país que muchos desearían. No extraña que los defensores de la legalización tengan miedo de volver hacia atrás porque, entre otras cosas, algunos sectores han propuesto bajar el límite de posesión a 10 gramos.

Además, la venta de la marihuana aún es ilegal y algunos de los establecimientos que se atreven a ponerla en manos de sus clientes se han visto inmersos en redadas y obligados a cerrar. Ya en 2012 las autoridades pusieron límites a la venta de productos de jardinería adecuados para el cuidado de las plantas, al pensar que "puede inducir a los clientes a cometer un delito". Muchos de esos comercios también han echado el cierre.

Apoyo ciudadano

A pesar de los obstáculos, la sociedad checa puede describirse como muy tolerante hacia la planta, y el apoyo ciudadano a la legalización se ha demostrado en varias ocasiones. Desde 1998 se celebra por las calles de Praga la Million Marijuana March, cuyos participantes han ido aumentando con el paso del tiempo.

También desde 2009 el país acoge Cannafest, una feria internacional que ofrece la posibilidad de comprar semillas y fertilizantes y de estar en contacto con vendedores del mundo cannábico. Además, aporta a quien la visita altos conocimientos técnicos y científicos sobre las cualidades y aplicaciones de la planta.

Este año, el encuentro tendrá lugar entre el 6 y el 8 de noviembre, y las expectativas son muy positivas, puesto que en 2014 se necesitaron 11.200 m2 de espacio para acoger a casi 27.000 asistentes de 21 países diferentes. El evento actual reunirá a 163 expositores y contará con más de una veintena de conferencias muy variadas sobre cuestiones jurídicas, políticas y medicinales. Y por supuesto, y como en las anteriores ediciones, también estará Dinafem: puedes pasarte por el stand 83, donde podemos atenderte y compartir con el público presente nuestras experiencias cannábicas.

Además, se hablará sobre las distintas familias del cannabis; sobre la situación actual en el continente americano de países como Estados Unidos, Chile o Uruguay; sobre quiénes están ganando o perdiendo en el mercado cannábico, y sobre la necesidad de poner fin a la guerra contra la marihuana.

Por otro lado, quienes lo deseen podrán disfrutar del visionado de diversas películas y documentales relacionados con la hierba. Entre los trabajos que pueden verse están 'In Pot We Trust', 'The Union: The Business Behind Getting High', 'A Normal Life' o 'Bringing It Home'. Los asistentes también podrán pasear por una exhibición sobre la historia, cultivo, procesamiento y aplicaciones artísticas del cáñamo. Además, cualquiera puede hacerse un hueco en una sala de lectura, un espacio de masajes con cáñamo, un salón de los vaporizadores y hasta una zona 'chill out' preparada para la ocasión.

Los activistas cannábicos checos confían en que nada pueda perjudicar sus necesidades y deseos. Ferias como Cannafest ayudan a concienciar sobre los aspectos beneficiosos que una planta como la marihuana tiene sobre la salud, pero también para hacer ver que la regulación es siempre necesaria y nunca se puede deshacer lo andado.